Arafat: 'Si quisiera, podría viajar a la cumbre árabe de forma clandestina'
El presidente palestino se muestra dispuesto a violar la prohibición israelí de viajar a Líbano
Yasir Arafat, el presidente palestino, declaró ayer ante una delegación de escritores internacionales que aunque el Gobierno de Israel insistiese en prohibirle viajar a la cumbre árabe de Beirut, participaría en la reunión, de manera práctica y real, por medio de contactos continuos telefónicos que mantiene con líderes de la región. 'Estoy en comunicación constante con ellos', declaró el líder palestino. 'La reunión realmente comenzó ayer, a nivel ministerial, y esta mañana, para dar un ejemplo, los ministros de Exteriores se pusieron en contacto conmigo y entramos en todos los detalles'.
Tras reunirse durante más de una hora en su oficina de Ramala (Cisjordania) con una misión del Parlamento Internacional de Escritores (PIE), Arafat declaró a este periódico que el Gobierno del primer ministro israelí Ariel Sharon violaba la ley internacional al prohibirle salir de su enclave palestino. 'Pero mire, si quisiera ir, lo haría con facilidad porque durante la ocupación yo he entrado y salido muchas veces de manera clandestina. No se olvide de que está ante el general Arafat'.
Los ocho escritores que están visitando esta semana los territorios palestinos e Israel -el nigeriano Wole Soyinka y el portugués José Saramago (ambos premios Nobel de Literatura), el estadounidense Russell Banks, el francés Christian Salmon, el surafricano Breyten Breytenbach, el chino Bei Dao, el italiano Vincenzo Consolo y el español Juan Goytisolo- se entrevistaron con el comandante en jefe palestino durante noventa minutos. La reunión se había concertado a última hora.
'Reunirnos con figuras políticas no formaba parte de nuestro plan', reconoció el novelista norteamericano Banks, presidente del PIE, 'pero fue Arafat el que solicitó el encuentro; no nosotros. Dijimos que sí porque decir que no hubiera sido descortés'. Y además, como reconocieron otros de los escritores después -sólo medio en broma-, 'éste es un lugar peligroso, su policía nos está ofreciendo protección: tampoco somos tontos'.
Según el escritor surafricano Breyten Breytenbach, la reunión fue 'natural, poco ceremoniosa', con risas constantes, gente del entorno de Arafat entrando y saliendo todo el tiempo, 'demostrando poca reverencia, aunque sí mucho afecto', por su famoso líder. 'Arafat nos contó anécdotas de su juventud, cuando decía que jugaba con niños judíos', dijo Breytenbach, 'y relató episodios históricos, y hasta bíblicos que, según él, demostraban el vínculo que une de manera inextricable los destinos de los palestinos y los judíos'.
Cerco implacable
Para los ocho escritores, procedentes de ocho países diferentes, el día había comenzado con un acto en un centro cultural de Ramala en el que dialogaron, ante un público formado por unas 150 personas, con intelectuales palestinos. El primero en hablar fue el poeta palestino Mahmoud Darwish, miembro del PIE pero sometido, como todos los demás residentes de Ramala, como el propio Arafat, al cerco implacable del Ejército israelí.
'Vuestra valiente visita durante este monstruoso asedio que padecemos es una forma de romper el asedio', declaró Darwish. 'Vuestra presencia aquí nos hace ver que la conciencia internacional, que vosotros representáis de manera honorable, sigue viva y capaz de protestar y colocarse al lado de la justicia'.
Juan Goytisolo, el escritor español residente en Marruecos, provocó sorpresa y aplausos al comenzar su intervención con unas palabras en árabe. Y más aplausos cuando declaró, en inglés, que los palestinos iban a ganar 'porque Sharon les prometió a los israelíes que les traería paz y seguridad pero poco a poco la opinión israelí comprenderá que una solución militar no va a ser posible'.
Tras la reunión con los intelectuales locales, la delegación se trasladó a la Universidad de Birzeit, donde los escritores internacionales, casi todos de ellos en territorio palestino por primera vez, comentaron entre sí que lo que más les llamaba la atención era lo familiar, lo occidental, del ambiente. Algunas de las estudiantes, por ejemplo, tenían la cabeza cubierta pero casi todas iban vestidas -como los jóvenes- de vaqueros, muchas de ellas con botas de cuero y tacones altos. Como señaló, orgulloso, el vicepresidente de la universidad, Birzeit es la única universidad del mundo árabe donde existe un curso formal de estudios sobre la mujer.
Aunque tan occidentalizados no están. Nadie, en un día en el que la delegación de escritores recorrió buena parte de Ramala y se reunió con docenas de personas, habló ni siquiera por un instante de los Oscar. A nadie le parecía ni remotamente relevante. El ídolo de los universitarios palestinos, con el que se querían fotografiar, al que pedían autográfos, era el poeta Darwish.
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