La Armada italiana envía dos buques a vigilar la llegada de inmigrantes

Dos naves de la Armada italiana zarparon ayer de los puertos de Taranto, en el sur, y de Augusta, en el noreste, para reforzar el dispositivo antiinmigración clandestina puesto en marcha por el Gobierno italiano. La decisión del ministro de Defensa, Antonio Martino, de enviar las naves a patrullar las aguas italianas se explica por las señales imprecisas que han alertado sobre la proximidad de varias naves sospechosas de llevar a bordo inmigrantes sin papeles. En Roma, el primer ministro, Silvio Berlusconi, pidió a sus embajadores que se concentren en negociar acuerdos con los países de origen de los inmigrantes.

Las primeras medidas derivadas del decreto que ha declarado el estado de emergencia en Italia por la afluencia de inmigrantes clandestinos se dejaron sentir ayer. A primera hora de la tarde, Silvio Berlusconi, en su calidad de ministro de Asuntos Exteriores, se reunió con siete embajadores italianos, a los que señaló que la acción de la diplomacia deberá concentrarse en impulsar una red de acuerdos bilaterales con los países de procedencia de los inmigrantes que permita repatriarles sin mayores contratiempos.

Entre los países que plantean mayores problemas se encuentran Egipto, Chipre, Líbano, Pakistán, Siria, Sri Lanka y Turquía, de ahí que los primeros diplomáticos convocados ayer fueran los representantes italianos en estos siete países.

Il Cavaliere, que analizó con los embajadores y con el ministro del Interior, Claudio Scajola, la situación, espera más de los diplomáticos italianos, convencido de que facilitar las vías de expulsión de los extracomunitarios puede revelarse como una de las claves del problema. A este respecto, el primer ministro italiano recordó que en los primeros ocho meses de su Gobierno han sido expulsados o devueltos a los países de origen 60.000 inmigrantes clandestinos. Una cifra prometedora, pero insuficiente, a su juicio. 'Hay que impulsar los acuerdos de readmisión', añadió. 'Algunos son ya operativos, otros se acaban de firmar pero no están en vigor todavía, y hay países con los que no existe ningún acuerdo'.

Una de las situaciones más difíciles es la que presenta Turquía, un país aspirante a la integración en la UE y cuyas relaciones con Italia sufrieron un serio golpe cuando el Gobierno de Roma acogió durante unos meses al líder independentista kurdo Abdulá Ocalan, en 1999. Según el Ministerio italiano del Interior, un elevado porcentaje de los barcos cargados de inmigrantes ilegales que llegan a Italia procede de puertos turcos y las mafias de este país, a menudo en colaboración con la Mafia siciliana, dominan buena parte de este comercio.

Es el caso del último desembarco masivo, que el pasado lunes dejó a casi mil kurdos en el puerto de Catania. Todos viajaban a bordo del Mónica, una embarcación desvencijada que había zarpado de Turquía procedente, a su vez, de Líbano. Las autoridades libanesas han asegurado que cuando zarpó de ese país el barco iba vacío, pero a Catania llegó repleto de desesperados.

Ayer fueron recluidos en la cárcel de Bari seis miembros de la tripulación del barco, cuya llegada ha desatado la emergencia nacional decretada el miércoles por el Gobierno de Silvio Berlusconi. Se trata, según la policía, de tripulantes del barco y de miembros de las mafias internacionales que gestionan este pavoroso tráfico. De acuerdo con las leyes italianas, se arriesgan a ser condenados a 12 años de cárcel por favorecer la inmigración clandestina.

El Gobierno de centro-derecha convocó también en Roma a los responsables policiales de varios países mediterráneos, entre ellos Francia, Grecia, Líbano, Siria, Turquía, Egipto y Chipre, para estudiar medidas conjuntas de lucha contra las mafias que controlan el tráfico de emigrantes. A la reunión, calificada por la prensa italiana de técnico-operativa, asistió también un responsable de la policía alemana.

Otro elemento esencial de la lucha contra la inmigración será el estrictamente disuasivo, confiado no sólo a la Guardia Costera, sino también a la Armada. La tarea de vigilancia de la fragata Euro, con una tripulación de 200 hombres, y de la patrullera Casiopea estará reforzada por helicópteros y algunos aviones de patrulla Atlantic, con dotación mixta aeronaval.En estos momentos hay otra fragata que se ocupa ya del control de la inmigración, en el sur del Jónico.

Rumbo a Italia

El empleo de nuevos medios navales estaría justificado por las señales recibidas días atrás por los servicios de vigilancia italianos respecto a la existencia de, al menos, tres barcos, dos en la zona del canal de Suez y uno en la del estrecho de Gibraltar, que viajaban rumbo a Italia presumiblemente cargados de inmigrantes sin papeles.

Ayer, un responsable de la seguridad de fronteras desmintió este extremo, pero la alerta sigue encendida por la continua llegada de embarcaciones de pequeño y medio tamaño a las costas del sur del país.

El jueves pasado, una patrullera tuvo que intervenir para rescatar a diez inmigrantes que navegaban en una lancha neumática a la deriva. Procedían de India e intentaban cruzar el canal de Sicilia desde un puerto del norte de África.