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Gobierno y oposición se movilizan contra las acusaciones lanzadas por EE UU

Juan Jesús Aznárez

El endurecimiento diplomático de Estados Unidos hacia la presidencia de Hugo Chávez, con el terrorismo internacional como principal desavenencia, provocó el viaje a Washington de delegados oficiales y de la oposición para tratar de influir sobre el Departamento de Estado, el Congreso, los sindicatos norteamericanos o la Organización de Estados Americanos (OEA). La ofensiva, que incluye a sindicalistas, políticos y diplomáticos, sigue a las últimas turbulencias nacionales y a abiertas críticas de Estados Unidos.

El secretario de Estado, Colin Powell, mencionó la pasada semana los viajes de Chávez a países considerados enemigos, Cuba, Libia, Irán, Irak, socios estos tres últimos de Venezuela en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y dudó de su sinceridad en la cruzada internacional contra el terrorismo. Su adjunto, Carl Ford, aludió a supuestas complicidades de Chávez con la guerrilla colombiana, en la lista norteamericana de organizaciones terroristas, y el director de la CIA, George Tenet, pronosticó nuevas dificultades en el país petrolero como consecuencia de la caída de los precios del barril y 'la creciente insatisfacción'.

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El presidente venezolano entró en la cobertura de los radares estadounidenses al proclamar la independencia de su política exterior 'con un conmovedor simplismo', sostiene Manuel Felipe Sierra. Su desprecio por las apremiantes circunstancias del contexto internacional, o simplemente su doble discurso, colocó al país en cuarentena, lamenta el analista. La publicación de un vídeo con reuniones de militares con jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para rescatar a un compatriota secuestrado 'sin consultar al alto mando', según precisó el Gobierno, determinó el toque de atención de Washington a su principal suministrador de crudo.

'Mal informados'

'Los funcionarios norteamericanos están mal informados o lo dicen a sabiendas o lo dicen a conciencia para un efecto determinado', declaró el ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez, capitán de navío retirado. Las discrepancias del jefe del Estado con algunos de sus subordinados respecto a cómo abordar las relaciones con Estados Unidos han sido evidentes y condujeron a la renuncia de su embajador en Washington, Ignacio Arcaya, el pasado mes.

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El entonces ministro de Defensa, Raúl Salazar, chocó en diciembre de 1999 después de que fuera desautorizado el ingreso de un barco norteamericano con equipos y técnicos contra los devastadores efectos de las inundaciones de aquellas fechas en el Estado caribeño de Vargas. El ministro acabó siendo nombrado embajador en Madrid.

Flanklin González, director de estudios internacionales en la Universidad Central de Venezuela (UCV), atribuye maniqueísmo a Washington y su alistamiento con la oposición. 'Todos los movimientos efectuados desde la huelga patronal del 10 de diciembre son consultados con la Embajada norteamericana en Caracas'. 'Un Estado que se respete debe levantar la bandera de la soberanía', sostiene González.

Otros citan la influencia en el Departamento de Estado de altos funcionarios de origen cubano.

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