Turquía se prepara para la guerra y pide a Irak que acepte la visita de la ONU
Alemania advierte a Estados Unidos de que ser aliados no significa ser satélites
La cumbre ministerial de la Unión Europea y la Organización de la Conferencia de Países Islámicos (OCI) concluyó ayer en Estambul con muchas interrogantes compartidas, pero también con dos certezas ampliamente asumidas. La primera es que antes de llegar el otoño Estados Unidos intentará derrocar militarmente al régimen de Sadam Husein en Irak y la región volverá a estar en guerra abierta. La segunda certeza es que jamás desde la creación de la OTAN ha existido tal fractura en la Alianza Atlántica como la que hoy se abre entre Europa y EE UU.
El Foro entre la UE y los países islámicos bajo el lema 'Civilización y armonía: la dimensión política', concluyó ayer con un éxito en el esfuerzo de diálogo para neutralizar la movilización de prejuicios entre civilizaciones y el pesimismo de comprobar cómo Washington se aleja no ya de las sensibilidades del mundo musulmán, sino también, y de forma radical, de las europeas.
En Turquía han comenzado los preparativos para una intervención contra Irak que, tanto delegados árabes como europeos en el Foro de Estambul, dan por tomada. En el último Consejo de Ministros en Ankara ya se estudió el impacto del conflicto armado sobre la economía turca. Y el presidente del Banco Central, Sereyya Serengecty, ha esbozado ya su estrategia de intervenir los mercados de forma puntual y diaria durante la intervención militar. La Bolsa turca ha caído 20 puntos en una semana y sólo ayer reaccionó con el aumento de poco más de un punto porque el secretario de Estado Colin Powell declaraba que la intervención no sería inminente. Nadie contaba con que fuera inminente fuera de los mercados, pero era opinión general en el Palacio Ciragan a orillas del Bósforo, al concluir esta reunión sin precedentes entre la UE y la OCI, que había comenzado la cuenta atrás.
Las delegaciones europeas, por su parte, no ocultan su indignación por la deriva unilateralista y militarista de Washington y las formas que la misma está tomando. No hay precedentes en la posguerra para frases como la pronunciada en una entrevista por el ministro alemán Joschka Fischer, nada más salir de Estambul, en referencia a la actitud norteamericana: 'Yo no soy antiestadounidense en absoluto, pero pese a todas las diferencias en peso y tamaño, las alianzas entre democracias no se basan en el seguidismo. Una cosa son los socios y otra los países satélite'. No hace una semana desde que su colega francés Védrine descalificara como simplista la política antiterrorista global de la Administración de Bush.
Miembros de sus delegaciones mostraban en Estambul una sintonía que no se veía desde hace años en el otrora sólido eje franco-alemán. 'Dice el secretario de Defensa Rumsfeld que no es la coalición internacional la que decide la campaña militar antiterrorista, sino ésta la que define la coalición. Si Washington sigue así, su coalición acabará extendiéndose desde Nueva Jersey a California', dijo un alto diplomático alemán.
Los turcos están en peor situación que casi todos los demás. Son vecinos del al parecer ya definido escenario bélico próximo, principales afectados después de Irak, pero difícilmente pueden sustraerse a las demandas de Washington. El plan de estabilización de su economía, que prevé financiación de 16.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional en tres años, tiene a Ankara atada de pies y manos. Están en contra de la intervención, pero también resignados a que, si se produce, como creen asegurado, habrán de prestar los mismos servicios con sus bases, que vienen utilizándose para el cierre de los espacios aéreos iraquíes desde la guerra del Golfo.
'Tenemos afecto por Irak y los iraquíes, que son y seguirán siendo nuestros vecinos. Por eso les recomendamos que acepten cuanto antes las condiciones de las Naciones Unidas y abran las puertas a los inspectores. Se lo recomendamos por su bien y por el de todos. En cuanto cumplan, todos les apoyaremos en todo lo posible. Pero el primer paso es suyo', decía ayer a preguntas de EL PAÍS el ministro de Exteriores turco, Ismail Cem. La alarma es común a países islámicos y europeos. Tan sólo miembros de la delegación iraní mostraron ayer confianza en que Irak cumpla a muy corto plazo con las demandas de Washington. 'Creemos que se darán cuenta de que han de hacerlo'. Desde la presidencia española de la UE, el ministro Josep Piqué ya había emplazado a Irak a 'darse prisa' en cumplir con unas condiciones que desoyen desde hace más de un lustro.
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