Costa-Gavras hurga en el silencio del Vaticano ante el Holocausto
Aburre la comedia 'The Royal Tenenbaums'
Costa-Gavras destapó ayer la caja de los truenos al rescatar en Amen el drama de Rolf Hochhuth El vicario. Es ésta una cumbre del teatro europeo de la posguerra, en la que se representa con fuerza conmovedora el vidrioso y trágico silencio del Vaticano de Pío XII ante las evidencias de que el régimen de Adolf Hitler estaba asesinando de forma masiva a centenares de miles, tal vez millones, de judíos de toda Europa, incluida Italia.
Tras la dolorosa gravedad de Amen, la Berlinale quiso quitar hierro a la programación e hizo un guiño de ligereza con la excéntrica, pero completamente boba, comedia estadounidense The Royal Tenenbaums, que inexplicablemente aspira a ganar el Oscar al mejor guión, pero es tanta su sosería que tal ambición parece un disparate. Está bien ordenado, pero no tiene la menor gracia; y la película, dirigida por Wes Anderson, se deja ver gracias a su buen reparto, en el que las presencias eminentes de Gene Hackman y Anjelica Huston flotan en el vacío en contrapunto con Ben Stiller, Danny Glover, Gwyneth Paltrow, Bill Murray y otras caras conocidas, que no logran el milagro de hacer volar a esta piedra.
Tanto es así que, viendo esta insulsa comedia, se echa de menos la ducha de plomo candente de la adaptación de Costa-Gavras de El vicario, que sí tiene, con toda su carga de ideas a cuestas, gancho emocional. Es Amen una representación muy solvente de la parte más dinámica y argumental, la no declamatoria, de la célebre tragedia de Hochhuth. El viejo dramaturgo acudió a dar la cara en la rueda de prensa que siguió a la proyección del filme, y defendió con calor la versión de Costa-Gavras ante un intento de refutarla por un periodista de L'Osservatore Romano, que parece ser que no entendía con qué objeto se había desempolvado un asunto ya archivado por la caducidad de los tiempos en que tuvo lugar.
Costa-Gavras saltó con la agilidad de un gato ante este intento de echar un jarro de agua fría sobre las ascuas de su película y respondió con precisión de experimentado polemista que 'si el silencio del Vaticano ante las evidencias del exterminio de los judíos fuese nada más que un capítulo mal conocido de la historia de la Iglesia, no creo que Hochhuth hubiese escrito su oratorio trágico ni yo hubiera hecho esta película, pero él lo escribió en 1963 y yo lo he adaptado ahora al cine porque lo que se representa no es un mal conocido episodio de la historia de la Iglesia, sino un bien conocido episodio de la historia de la humanidad'.
Lo que muestra con precisión Amen son una serie de personas y de sucesos verídicos, sobre todo la figura del temerario químico, convertido en teniente de las Waffen SS hitlerianas, Kurt Gerstein, al que su biógrafo Pierre Joffroy llamó 'el Espía de Dios', protagonista de una de las grandes proezas del altruismo y la espiritualidad en los más oscuros tiempos del oscuro siglo XX. Su hazaña se materializó en el legendario Informe que lleva su nombre y contiene detallados e irrefutables testimonios directos del Holocausto, hecho día a día desde las filas de los matarifes de las SS y que él, asumiendo enormes riesgos, hizo llegar al sistema nervioso del espionaje vaticano.
Pero la llamada de Gerstein no logró mover los labios del papa Pío XII, siendo devorada por un aterrador silencio, hasta que su Informe cayó en manos del Ejército aliado en 1945, en la cárcel de Cherche Midi de París, donde el Espía de Dios murió en total abandono.
[El presidente de la conferencia episcopal francesa, Jean-Pierre Ricard, calificó de 'inaceptable' el cartel del filme Amen, al realizar, en su opinión, una 'identificación inaceptable entre el símbolo de la fe cristiana y los de la barbarie nazi'].
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