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Judi Dench logra una genial creación de la lenta agonía de la escritora Iris Murdoch

Ayer sonaron con fuerza en la Berlinale dos títulos que volvieron a sonar en las listas de los candidatos al Oscar, Iris y Una mente maravillosa. La segunda pasó por aquí sin calar hondo, sólo para empujar en la antesala de los oscars; y logró con creces su objetivo publicitario. La primera, en cambio, llegó al concurso como enigma y tras verse emergió de ella con formidable claridad la figura de la actriz británica Judi Dench, que hace una genial construcción de la agonía de la escritora Iris Murdoch, muerta en 1999 en el estado de absoluta demencia al que le arrastró el mal de Alzheimer.

El filme de Ron Howard y Russell Crowe es ambicioso, brillante, pero tramposo y epidérmico, lo que le convierte en un posible ganador de la noche de los oscars, tal como ocurrió el año pasado con Gladiator. Russell Crowe y Ron Howard no dejaron pasar la resonancia publicitaria que en Estados Unidos tienen los escaparates de la Berlinale, que siempre se han distinguido por ser -a causa de las fechas y de las complicidades de la organización- una especie de improvisado ensayo general de los oscars, aunque lo cierto es que este año los oscarizables presentes aquí son muchos menos que en años precedentes.

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La otra aspirante a un Oscar, Judi Dench, se ha convertido, junto a Halle Berry por su trabajo en Monster' ball y también aspirante a un Oscar, en la actriz mejor situada para competir por el Oso de Oro de interpretación femenina de esta Berlinale. Su reconstrucción de la lenta agonía de la escritora Iris Murdoch en febrero de 1999 posee una solvencia técnica y unas calidades en la sensibilidad y en el dominio de la gradualidad que desvelan en esta eminente actriz su condición de genuina aristócrata de su oficio.

Grandes comediantes

Es majestuoso su contrapunto con Kate Winslet, que interpreta a Iris Murdoch joven; y con el doble intérprete del personaje de su marido, el profesor y crítico literario John Bayley, que es recreado por Hugh Bonneville cuando era joven y por Jim Broadbent en su actual vejez. El dúo, la expertísima ecuación de dos personajes creada por este cuarteto de grandes comediantes británicos, entra en lo mejor, en lo más rico y elevado que se ha visto en esta edición del festival berlinés. Es admirable, y casi sorprendente, que el genio y la acusadísima singularidad de la composición de Judi Dench no apague el fuego de los tres compañeros con quienes se engarza su trabajo en esta compleja tragedia humana, bien escrita y correctamente dirigida por Richard Eyre, que ha alimentado la película con hermosos escritos de John Bayley en evocación y elegía de su célebre e infortunada mujer.

Concursó también un admirable filme alemán titulado Halbe Treppe, escrito y dirigido por el veterano Andreas Drasen, que es uno de los más inteligentes cineastas alemanes, autor de la extraordinaria Nachgestalten, que en ésta su nueva película se supera a sí mismo y logra cine de altísmo voltaje cómico y emocionado. Cuenta la historia de dos matrimonios amigos que se interrelacionan sexualmene y acaban haciendo estallar su amistad.

Está compuesto el guión a la manera de algunos filmes daneses del grupo Dogma, que construyen sus relatos colectivamente y más tarde los afinan y pulen en el proceso de puesta en escena. Es lo que hemos visto recientemente en Italiano para principiantes.

La estructura cómica y posteriormente dramática de Halbe Treppe está conseguida mediante cámara en mano, documental y participativa, que recuerda vivamente al estilo de Lars von Trier, pero con un sabor completamente diferente, dada la acusada personalidad del cineasta alemán.

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