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CRISIS EN ARGENTINA

Duhalde declara la emergencia sanitaria ante el desabastecimiento de medicinas

El fantasma de la inflación atemoriza a la población, pese a que los precios no se disparan

El presidente argentino, el peronista Eduardo Duhalde, declaró ayer a su país en emergencia sanitaria, ante los problemas de abastecimiento de materias primas y medicamentos. El portavoz del Gobierno, Eduardo Amadeo, informó que se designó interinamente a cargo del Ministerio de Salud y Desarrollo Social al vicejefe de Gabinete, Juan Pablo Cafiero, que se encargará de tomar las medidas necesarias para asegurar el abasteciminheto de productos. Cafiero pertenece al partido de centro-izquierda Frepaso y había sido ministro del ex presidente Fernando de la Rúa hasta agosto de 2001.

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Argentina vive una psicosis de subida de precios, pero muchos se mantuvieron en el mismo nivel previo a la reciente devaluación del peso del 29%. Entre los alimentos, han aumentado algunos productos de impacto social: el pan, en un 10%; los productos importados, como los electrónicos, cuestan el 40% más, mientras los nacionales con un elevado porcentaje de productos foráneos, como los coches, se encarecerán en menor medida que la devaluación. El Gobierno de Eduardo Duhalde ha desplegado una estrategia disuasoria sobre el sector productivo para frenar la inflación. En los medios de comunicación se destacan los aumentos de algunos precios y en la población queda la sensación de que el alza se ha generalizado. Cuando los consumidores acuden a las tiendas comprueban que no es tan así.

'No advertí muchos cambios', reconoció Fernando, estudiante de Derecho de 26 años, al salir de un supermercado. Sin embargo, ciertas subidas han sido emblemáticas. Por ejemplo, la del pan. Su principal materia prima, el trigo, se rige por una cotización internacional, de modo que la devaluación impactó en el bien final. El ministro de la Producción, José Ignacio de Mendiguren, se reunió el martes con panaderos, industriales de la harina y agricultores para acordar que el pan no aumente más del 10%. Algunos comerciantes habían empezado ya a venderlo un 30% más caro.

Al igual que en otros sectores económicos, los distintos eslabones de la cadena de producción se acusan de especuladores. Los argentinos esperan que hoy comience a cotizar el dólar con el nuevo tipo de cambio flotante para el comercio exterior. Si la divisa norteamericana se aprecia muy por encima del tipo de cambio para el comercio exterior (1,40 pesos por dólar), los precios pueden dispararse. Ayer en el mercado negro se conseguían pesos a 1,55 dólares. El economista Abel Viglione calcula que en un principio no se abrirá una gran brecha entre las dos cotizaciones, porque los exportadores liquidarán sus divisas, pues desde el 21 de diciembre pasado están prohibidas las operaciones de cambio.

Analistas de los bancos de inversión JP Morgan y Morgan Stanley predicen desde Nueva York que el dólar finalizará 2002 a un valor de 2 o 2,7 pesos. Los electrodomésticos importados se han encarecido entre el 40% y el 50%. Los nacionales, que contienen un alto porcentaje de piezas extranjeras, el 20%. Algunas tiendas aumentaron el azúcar el 58%, a pesar de que el principal fabricante nacional, Ledesma, anunció que mantendrá los precios. Una cadena de supermercados de la holandesa Ahold empapeló Buenos Aires con carteles en los que promete que evitará subidas durante un mes. El precio del mate, tradicional infusión suramericana, se incrementó entre el 5% y el 10%. Los refrescos y el agua mineral se dispararon entre el 7% y el 9%, porque sus envases y jarabes se compran en el exterior.

El Gobierno se ha reunido con empresarios de los laboratorios, petroleras, líneas aéreas y automotrices para discutir de precios. Si bien no quiere caer en la vieja usanza de controlarlos, busca presionar para que la devaluación no despierte una inflación dormida por más de tres años de recesión y sirva así para mejorar la competitividad de la economía.

Después de pesificar por ley tarifas de servicios públicos y créditos en dólares, el Ejecutivo logró varios compromisos con el sector privado: las empresas farmacéuticas subirán sólo los precios de medicinas importadas, las petroleras mantendrán los valores, por ahora, (Repsol-YPF volvió atrás un alza del 8% del gasóleo para autobuses) y Aerolíneas Argentinas (propiedad del grupo Marsans) tampoco incrementará sus billetes.

Cruzada nacional

La estrategia gubernamental apunta a repetir la misma cruzada nacional antiinflación que aplicó con éxito Brasil ante la devaluación de 1999. El ministro De Mendiguren estudia una propuesta que sorprende a quienes lo tachan de proteccionista. Planea bajar aranceles a la importación de fuera de Mercosur si determinados productores locales monopolísticos aprovechan la devaluación para aumentar injustificadamente los precios. Tal es el caso de las industrias siderúrgica, petroquímica, química y petrolera.

Muchos comercios siguen con los mismos precios de siempre. Tal es el caso de tiendas de ropa como Zara, que están de rebajas. Comer en los restaurantes cuesta igual que antes de la devaluación. Sólo unos pocos se atrevieron a encarecer los platos. Los comerciantes reconocen que, si aumentan los precios, la facturación seguirá cayendo. Las ventas minoristas bajaron en diciembre pasado el 10%.

En cambio, los salarios se mantendrán intactos. Los economistas consideran que la congelación de sueldos resulta indispensable para que la devaluación mejore la competitividad de la producción, pero descuentan que dañará el poder adquisitivo de la población entre el 5% y el 12%.

Lujan, de 21 años, espera junto al escaparate de una tienda de zapatos que asegura que sus precios han bajado.
Lujan, de 21 años, espera junto al escaparate de una tienda de zapatos que asegura que sus precios han bajado.ASSOCIATED PRESS

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