Calidad desde la cepa

En la Ribera del Duero, donde cada día aparece una nueva bodega, resulta insólito no escuchar en boca de los propietarios el clásico estribillo de que 'nuestra familia vendía las uvas a Vega Sicilia', o el más reciente de 'el joven elaborador aprendió el oficio en las prestigiosas Bodegas Pingus'. Estas frases intentan imprimir un especial marchamo de calidad y prestigio a las nuevas bodegas que se aventuran en el mercado.

En el caso de Bodegas y Viñedos Martín Berdugo reconocen sin complejo alguno que, donde hoy tienen viñedo, hace 20 años cultivaban cereal. Pero sus viñas, en plena producción, están capacitadas para elaborar grandes vinos. Con esta misma sinceridad reconocen que el mundo del vino cada vez les cautiva y enamora más y que su primer vino de media crianza es el preámbulo de los futuros crianzas y reservas, como así lo atestigua su recién estrenada bodega. Sus nuevas instalaciones cuentan con todos los elementos necesarios -depósito de acero inoxidable, equipo de frío, despalilladora, prensas, parque nuevo de barricas- para abordar la difícil empresa de elaborar vinos de alta calidad.

Al frente de todo se encuentra el joven Antonio Díez Martín que, una vez finalizados sus estudios de ingeniero agrónomo, demuestra tener las cosas claras al centrar su esfuerzo y conocimiento en la cepa y su producción, que es donde reside el alma del mosto. Sabe que en el futuro esta dedicación por la cepa será la única manera de obtener un gran vino y no escatima amor y trabajo a esta labor.

Acaba de sacar al mercado su primer vino, un caldo de media crianza de la cosecha de 2000. Se presenta en una botella excelentemente vestida. Este medio crianza muestra un color rojo cereza con ribete violáceo. Nariz intensa y limpia a frutas, con pequeños matices de la madera. En boca se muestra amplio y envolvente, y la juventud del mosto se hace notar en el postgusto. Un vino con cuerpo y estructura con una gran vida por delante, y cuidado desde la cepa hasta la botella.