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Reportaje:

Tres años de 'calentamiento' del euro

La divisa europea se enfrenta al dólar con indicadores económicos mejores por primera vez desde su creación en 1999

Desde su creación en enero de 1999, el euro, que dentro de un mes será ya una moneda palpable, no ha hecho más que depreciarse frente a su gran rival, el dólar estadounidense. En estos casi tres años ha perdido el 23,22% de su valor, de acuerdo con el cambio del pasado viernes por el que un euro valía 0,8957 dólares. Una pérdida de valor muy importante que llegó hasta el 29% en octubre de 2000, cuando tocó su mínimo histórico frente a la moneda estadounidense.

Este camino a la baja se inició prácticamente dos jornadas después de su puesta en circulación como moneda virtual, como moneda meramente financiera. Sobre este descalabro de la divisa de los 12 países de la Unión Europea adscritos a la moneda única se han hecho numerosas conjeturas y muchas veces los propios economistas tenían dificultades para dar explicaciones convincentes.

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Sin embargo, los datos son testarudos y en estos casi tres años los indicadores económicos han jugado a favor del dólar y, por tanto, en contra de un recién llegado al mundo de las divisas que se prometía un fácil desbancamiento del omnipresente billete verde. Desde enero de 1999 y hasta el segundo trimestre de este año, la economía de EE UU ha crecido más trimestre a trimestre. El producto interior bruto (PIB) estadounidense ha mantenido siempre un diferencial positivo en su aumento en relación con los países de la zona euro.

Por ejemplo, en el primer trimestre de 1999, la economía europea aumentaba a una tasa del 2%, mientras que la estadounidense lo hacía al 4%. En los momentos de mayor euforia económica, también el crecimiento del PIB de EE UU respaldaba el fortalecimiento de su divisa frente al euro. Eso ocurría en el segundo trimestre de 2000, cuando los países del euro crecían al 3,9% y EE UU superaba el 5%. Es más, pese a que los datos suenen lejanos, EE UU conseguía crecer más hasta marzo de este mismo año, y sólo Europa le ha aventajado en los dos últimos trimestres. Así, de junio a septiembre de 2001, Europa ha crecido el 1,3% y EE UU sólo el 0,8%.

Reflejo del poder

Si la divisa refleja el poder de la economía, también los flujos de inversión son decisivos para que una moneda se aprecie o deprecie frente a otra. Los tipos de interés del dólar han sido superiores a los del euro durante 28 meses de los 35 que tiene de vida el euro. Sólo desde abril de 2001, Europa ha conseguido ofrecer a los inversores más conservadores que buscan el refugio de los tipos unas tasas de interés superiores a las que ha mantenido el dólar en este periodo.

En el momento del nacimiento del euro, sus tipos a tres meses se colocaban en el 2,96%, mientras que en EE UU el ahorrador conseguía el 5,42%. En estos años ha sido frecuente ver rentabilidades cercanas al 7% en el dólar, cuando en Europa han sido muy esporádicas las veces que se ha llegado al 5% de ganancia.

La Bolsa también ha favorecido el fortalecimiento del dólar. Las alzas de los mercados en 1999 y en el primer trimestre de 2000 han tenido un claro sesgo en relación con la nueva economía, representada en el índice Nasdaq, en los valores de Internet y de biotecnología que han atraído ingentes cantidades de capital de todo el mundo, fortaleciendo el dólar.

Desde mediados de este año se han apreciado señales de recuperación del euro, que ha llegado a situarse por encima de los 0,90 dólares. Los datos económicos ya eran favorables para el euro, pero faltaba un componente decisivo: la confianza. La dificultad de recuperación del euro, ya con los datos a favor, se explica, según los expertos, porque existe una confianza mayor en Estados Unidos que en Europa sobre cómo sortear la situación de crisis por la que atraviesan ambas economías. La flexibilidad de la economía estadounidense y las decisiones adoptadas tras los atentados de Nueva York y Washington han vuelto a frustrar la recuperación del euro. El dólar gana incluso en crisis.

Greenspan venció a Duisenberg

En los mercados financieros no sólo se tienen en cuenta los contundentes datos económicos. El dólar es una divisa contrastada, refugio en la economía mundial y que venía respaldada por uno de los gurús más afamados y prestigiosos: Alan Greenspan. El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, sus rápidas e independientes decisiones, su seguimientos milimétrico de la marcha de la economía, aplicando en cada momento la dosis necesaria al eufórico crecimiento o a la profunda desaceleración. Este año no ha tenido ningún pudor en bajar 10 veces el precio del dinero, convencido de que vienen tiempos malos y que la financiación no puede ser un obstáculo que frene la recuperación. De igual forma subió los tipos en los momentos de mayor crecimiento económico, evitando así un calentamiento excesivo de su economía. El resultado final, ha sido la etapa de crecimiento más prolongada de la historia de Estados Unidos que en estos últimos meses conoce su fin. Win Duisenberg, presidente del Banco Central Eurpeo (BCE) no ha gozado del mismo carisma ni de la misma credibilidad entre los operadores de los mercados de divisas. Cierto es que, como él mismo ha reiterado en numerosas ocasiones, su misión se limita a controlar la inflación y no a apoyar al euro. Sus decisiones no han gustado tanto a los mercados que las han discutido en numerosas ocasiones. Un gestor europeo que no ha gozado en este nuevo y difícil cargo del carisma de su homólogo estadounidense. Sus decisiones son más complicadas.

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