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Instrucciones para armar el rompecabezas afgano

Mientras la guerra se estanca, el enviado de la ONU, Lakhdar Brahimi, intenta pactar un difícil consenso entre los países vecinos

Durante los últimos seis días, diversos jefes afganos de la oposición, representantes de la sociedad civil, organizaciones de mujeres afganas y responsables de organizaciones no gubernamentales de Afganistán se han reunido con Lakhdar Brahimi en Islamabad y han pedido a la ONU que ayude a formar un nuevo Gobierno afgano de amplia coalición.

Pocos días después del 7 de octubre, fecha en la que comenzaron los bombardeos norteamericanos, las autoridades estadounidenses y británicas estaban 'en estado de pánico', según fuentes de Washington, por la posibilidad de que los talibanes cayeran a toda velocidad y se produjera un vacío de poder en Kabul. El presidente Bush y el primer ministro Tony Blair pidieron a Brahimi que se pusiera en marcha y agrupara unas fuerzas de pacificación paralelamente al desarrollo de la guerra. Brahimi, el negociador más experimentado de Naciones Unidas, veterano mediador en Afganistán y autor de un importantísimo informe de Naciones Unidas sobre Pacificación, sabía mejor lo que le esperaba. 'La ONU no puede involucrarse mientras haya guerra; los norteamericanos no nos consultaron antes de empezar los bombardeos, así que ahora tienen que acabar lo que han comenzado y después veremos lo que se puede hacer', explica un alto diplomático de la organización en Nueva York.

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La verdad es que la guerra va mal. Después de cuatro semanas de bombardeos, los talibanes están más fuertes que nunca. Sus líneas no se han venido abajo como predecía Washington, ninguna gran ciudad afgana ha caído en manos del Frente Unido antitalibán (FU), y no ha habido deserciones entre los talibanes pese a los frenéticos esfuerzos de Pakistán para conseguirlo. La moral de los talibanes se ha fortalecido y han podido reunir a más soldados para la lucha. Mientras tanto, la cruzada contra la guerra de partidos islámicos y movimientos pacifistas de todo el mundo va adquiriendo fuerza.

Pakistán, que ha proporcionado cuatro bases a las fuerzas estadounidenses, se siente muy vulnerable. A mediados de octubre parecía que las manifestaciones antigubernamentales de partidos islámicos, para criticar la decisión del presidente Musharraf de apoyar la campaña de Estados Unidos contra los talibanes, estaban en clara disminución. Pero la intensa ofensiva de bombardeos ha vuelto a intensificar esa oposición.

En la frontera entre Pakistán y Afganistán está habiendo un pulso lleno de tensión, con 10.000 miembros de tribus que están deseosos de cruzar para ir a luchar junto a los talibanes. En el norte del país, unos activistas han capturado un pequeño aeropuerto y han bloqueado una carretera fundamental que une China y Pakistán a través de las montañas del Karakorum. El 28 de octubre hubo una gigantesca manifestación de Jamaat-el-Islami en Lahore, la capital de la provincia de Punjab -hasta ahora tranquila-, que hizo temblar a sus dirigentes militares. El jefe de Jammaat, Qazi Hussain Ahmad, urgió al Ejército a derrocar a Musharraf y amenazó con organizar una marcha masiva hacia Islamabad y una gran sentada hasta que dimita el Gobierno.

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El fracaso de la campaña de bombardeos y el creciente malestar de los principales generales paquistaníes hicieron que el 29 de octubre visitara Islamabad el general Tommy Franks, jefe del Mando Central estadounidense y encargado de dirigir la campaña militar contra los talibanes. 'Los talibanes se están aprovisionando para el invierno y tienen fácil acceso a todo lo que hay en Pakistán, gracias a que la frontera es permeable y a que reciben ayuda de sus partidarios paquistaníes', dice un afgano que encabeza una organización no gubernamental afgana (de ayuda) en Peshawar.

Aquí es donde interviene Brahimi. En conversaciones mantenidas entre bastidores en Washington y Londres, se ha pedido a la ONU que contribuya al esfuerzo de guerra reuniendo una fuerza de pacificación multinacional o encabezada por países musulmanes que pueda encargarse de vigilar Kabul. La ONU se ha negado y ha dicho que no puede desempeñar ningún papel hasta que la capital no esté tomada y los talibanes se hayan ido.

De modo que, en su lugar, Brahimi ha decidido abordar primero el perpetuo problema de la rivalidad entre los países vecinos de Afganistán, que ha sido un obstáculo para los esfuerzos de la ONU por acabar con la guerra civil afgana durante los últimos diez años. 'Si no se logra, para empezar, un acuerdo entre Pakistán e Irán sobre la forma del futuro Gobierno en Kabul, ambos países tienen la capacidad y la influencia necesarias para estropear la situación', afirma un diplomático occidental en Islamabad. De hecho, la alianza encabezada por Estados Unidos está siendo ya víctima de unas desavenencias cada vez mayores entre los países de la región.

Pakistán intenta crear un bloque de talibanes moderados que han desertado para asegurarse de que los pastunes del sur del país, propaquistaníes, sigan siendo predominantes en cualquier Gobierno futuro. Los pastunes son el mayor grupo étnico de Afganistán, y comprenden entre el 38% y el 45% de una población de 25 millones de habitantes. Asimismo, constituyen el 20% de la población de Pakistán, de 140 millones. Este último país se opone con vehemencia a que el FU, formado por las minorías étnicas afganas, tenga un papel político importante. Esto indigna a Rusia, Irán, India y las repúblicas de Asia Central, que han incrementado la ayuda militar y política al FU y se han negado a aceptar cualquier participación de los talibanes en un futuro Gobierno.

'No vemos que los talibanes vayan a tener sitio; en cambio, sí vemos a todos los grupos étnicos de Afganistán en el (futuro) Gobierno de coalición', dijo en Dushanbe el ministro iraní de Exteriores, Kamal Jarrazi. Fuentes diplomáticas en Teherán afirman que Irán exige que los shiíes y otras minorías tengan el 30% en cualquier Gobierno que pueda haber en Kabul, una vuelta a la política iraní de principios y mediados de los noventa, cuando exigía un tercio de participación para sus partidarios en Afganistán. 'El motivo de que Irán haya vuelto a hablar de porcentajes es que Pakistán también lo está haciendo, y eso es un desastre para el proceso de paz', explica un veterano diplomático occidental en Teherán. 'Nunca se verá a un dirigente afgano utilizar los porcentajes de ese modo'. India, que también proporciona armas al FU e instalaciones para que los aviones norteamericanos repongan combustible, ha dicho a Washington que está dispuesta a donar 100 millones de dólares para la reconstrucción de Afganistán a cambio de tener un papel influyente en el Gobierno postalibán; una exigencia que ha enfurecido a Islamabad.

Rusia es la más difícil de convencer. En un gesto provocador, el presidente Vladímir Putin firmó el 22 de octubre, en Dushanbé, un acuerdo de cooperación y suministro de armas con el presidente Burhahudin Rabbani, el líder del Frente Unido, que sólo destaca porque la ONU sigue reconociéndole como presidente de Afganistán. Brahimi dice que su primera tarea es intentar allanar todas estas diferencias, una labor difícil porque fueron precisamente esas diferencias las que le obligaron a dimitir como mediador de la ONU en la región en 1999. Lo irónico, por supuesto, es que esta lucha por el poder regional se esté desarrollando antes de que Estados Unidos esté mínimamente cerca de derrotar a los talibanes. Y lo malo es que, si los norteamericanos logran expulsar a los talibanes de Kabul, estas rivalidades no harán sino incrementarse.

Aun así, Brahimi se ha declarado optimista tras sus encuentros con el presidente Pervez Musharraf y el general Ehsan ul Haq, jefe de los servicios coordinados de información. Asegura que todo el mundo es consciente del cambio fundamental producido en la región tras los atentados del 11 de septiembre y que la postura política de Pakistán es un reflejo de ese cambio. Musharraf ha presionado a Brahimi para que la ONU desempeñe un papel importante en la formación del nuevo Gobierno y dirija la reconstrucción del país tras los talibanes. Los grupos afganos que se han reunido con Brahimi han pedido que Naciones Unidas intervenga para reunir a las facciones afganas, y casi todos han expresado la opinión de que el nuevo Gobierno debe formarse a partir del proceso de Loya Jirga iniciado por el rey en el exilio Zahir Shah.

'Hay que sacar al país de la guerra'

Éste es un extracto de la conversación mantenida por el periodista paquistaní Ahmed Rashid con el enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi.

- Globalización

. 'Los sucesos del 11 de septiembre y todo lo ocurrido desde entonces han hecho comprender que no se puede dejar que ningún país, ni siquiera uno tan pequeño y remoto como Afganistán, caiga en la anarquía y el caos sin que haya repercusiones en todo el mundo. Ahora se comprende que la globalización no afecta sólo a las multinacionales y la circulación de dinero. La globalización interviene también para facilitar el tráfico de drogas y el terrorismo, que cuenta ahora con redes mundiales. Afganistán merece que le ayudemos a salir de su guerra civil y su miseria; es la única esperanza: que quizá haya llegado la hora de que se resuelvan sus problemas'.

- Refugiados

. 'Tenemos tres planos de trabajo. El primero es el humanitario. Varios millones de personas, dentro y fuera de Afganistán, viven en la más absoluta pobreza y necesitan ayuda desesperadamente. No se resalta lo suficiente la labor de los empleados afganos de la ONU que en el país y están salvando cientos de miles de vidas cada día'.

- Política

. 'El segundo plano lo forman las prioridades políticas. La ONU lleva 10 años intentando ayudar a los afganos a terminar sus guerras fratricidas, pero no lo hemos logrado. No vamos a entrar en las razones. Sin embargo, ahora parece que la comunidad internacional y las potencias con capacidad de influir y, más importante aún, los países limítrofes con Afganistán se están dando cuenta de que ya es hora de que colaboren unos con otros, y no ir unos contra otros. Da la impresión de que los afganos quieren aprovechar la oportunidad y todos reconocen que la ONU es la que mejor puede agruparlos'.

- Reconstrucción.

'El tercer punto es que la ONU lleva tiempo hablando de ayudar a reconstruir Afganistán, pero la comunidad internacional no se ha comprometido verdaderamente nunca a proporcionar los recursos necesarios. Ahora hay varios Estados cruciales que han proclamado en público dicho compromiso: Japón, la UE, EE UU y Arabia Saudí'.

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