El abismo argentino
Argentina suma a la crisis económica otra de liderazgo político, lo que la hace caminar sin rumbo. La situación de su economía, las dudas sobre su capacidad para atender su deuda y para mantener la paridad cambiaria peso-dólar han renovado la inquietud sobre la estabilidad financiera en la región. Las elecciones del 14 de octubre han aumentado la falta de cohesión en la Alianza que sostiene al Gobierno de De la Rúa.
La vinculación paritaria con el dólar desde hace más de diez años se ha traducido en la eliminación de las tensiones inflacionistas, pero a costa de una larga recesión que ha elevado la tasa de paro al 17%, en medio de un grave deterioro del clima social. Pero la equiparación con el dólar no le ha permitido mantener el mismo precio del dinero. Al contrario, la prima de riesgo ha endurecido las condiciones de captación de ahorro exterior -que incluye los capitales que los argentinos han sacado de su país-, absolutamente necesario para el funcionamiento de esa economía.
El escenario de impago de una deuda externa de 135.000 millones de dólares va ganando peso. Para salir del hoyo serían necesarios apoyos adicionales de los acreedores privados y de las agencias multilaterales. El Fondo Monetario Internacional es reticente a nuevos compromisos si no mejoran de forma significativa las finanzas públicas.
El rigor presupuestario es condición para que el Gobierno pueda renegociar el servicio de la deuda pública. Superando el bloqueo de la semana pasada, es necesario que, a su vez, los gobiernos provinciales asuman la distribución de ingresos fiscales propuesta por el cada día más cuestionado ministro de Economía, Domingo Cavallo. La salida más sensata pasa por otro apretón del cinturón. Lograrlo requeriría un amplio acuerdo político y liderazgo. De momento, no hay ni lo uno ni lo otro.
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