_
_
_
_

La ONU pide a Pakistán 'protección temporal' para los millones de refugiados afganos

El alto comisionado, Ruud Lubbers, intenta desbloquear el cierre de las fronteras

Ángeles Espinosa

El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Ruud Lubbers, avanzó ayer una nueva propuesta para desbloquear el cierre de las fronteras con Afganistán: 'Protección temporal'. Lubbers trata de lograr que se acepte a los más necesitados a cambio del compromiso de que regresarán a su país tan pronto como la situación lo permita. También pidió a Pakistán que cese las deportaciones de afganos que buscan cobijo.

Más información
Un grupo extremista mata a tiros a 17 cristianos en una iglesia de Pakistán
Los bombardeos golpean a la población civil
La primera víctima de fuego amigo
'Hay que abrir corredores humanitarios'
Deriva autoritaria
El 'general' Ramadán
Gráfico animado:: Éxodo de refugiados afganos

Lubbers ha anunciado la puesta en marcha de 15 nuevos campamentos, pero de momento sólo un pequeño campo de tránsito funciona en las proximidades de Quetta. 'Comprendemos el dilema de Pakistán', aseguró Lubbers, confrontado con la negativa del Gobierno de Islamabad a abrir sus fronteras. Sin embargo, el alto comisionado dijo estar trabajando para 'lograr una protección temporal' para aquellos afganos en una situación más vulnerable. 'Lo primero es facilitarles un entorno seguro, y después, ayudarles a regresar a Afganistán en cuanto sea posible', explicó. La idea de un regreso inmediato a su país trata de vencer el temor de las autoridades paquistaníes a que una nueva oleada de refugiados se sume a los tres millones que ya acogen (dos millones, según el ACNUR).

Preguntado sobre si esa 'protección temporal' se refería a la duración de la guerra, Lubbers respondió: 'Sí, puede entenderlo así. Yo preferiría que fuera mientras sea inseguro permanecer allí, pero creo que es razonable entender que ambas cosas van unidas'. De sus palabras se desprendió que iba a impulsar esas ideas durante sus reuniones con las autoridades paquistaníes hoy en Islamabad.

Lubbers, que viajó a Quetta para ver por sí mismo la situación en la frontera, insistió en que 'es urgente que cesen las deportaciones' de quienes buscan refugio en Pakistán. 'Entendemos que se quería enviar una señal para que no se produjera un efecto llamada, pero ahora ya están listos los nuevos campamentos preparados para recibirles', aseguró. También hizo una significativa concesión a Islamabad. 'Por abrir las fronteras entendemos abrirlas a la gente que lo necesita, no a todo el mundo', aclaró. Los responsables paquistaníes siempre han mantenido que aceptaban la llegada de 'heridos, enfermos y personas necesitadas, como mujeres y niños'.

El anuncio de que los 15 nuevos campamentos están ya listos parece un poco precipitado. El ACNUR negocia con el Gobierno paquistaní la preparación de esas infraestructuras desde que previó una salida masiva de afganos poco después del 11 de septiembre. Sin embargo, fuentes de diversas ONG que colaboran con esa agencia de la ONU han asegurado a este periódico que los lugares aún no están operativos. 'Ni siquiera hay un campamento; lo que está funcionando es un pequeño centro de tránsito; en los futuros campos se trabaja aún en los accesos, la nivelación del terreno y la seguridad', señaló un trabajador humanitario desde Quetta.

La falta de seguridad en las zonas fronterizas con Afganistán, habitadas por tribus con un estatuto de semiautonomía, se ha puesto de relieve una vez más este fin de semana. Casi 5.000 hombres armados se concentraron a unos seis kilómetros de la línea de demarcación con la intención de cruzar y unirse a los talibanes en su yihad contra EE UU. Aunque anoche aún no habían logrado su propósito, el hecho de que los voluntarios cuenten entre su armamento con fusiles de asalto, ametralladoras y lanzagranadas prueba hasta qué punto el control del Gobierno central es limitado en estas áreas. A raíz de los bombardeos, las autoridades paquistaníes han prohibido el acceso a ellas de los extranjeros, tanto periodistas como trabajadores humanitarios. Los funcionarios de la ONU viajan a los lugares designados como futuros campamentos escoltados por policías.

El propio portavoz de la ONU en Islamabad, Eric Falt, reconoció el pasado lunes, después de un fin de semana en que se contabilizó la llegada de 13.000 refugiados, que no contaban con esos campos antes de fin de mes. 'El Gobierno nos ha indicado esta mañana que 11 lugares estarán listos para finales de este mes en la provincia de la Frontera Noroccidental y que seis en Beluchistán estarán listos en un par de días', dijo Falt. Cada uno de esos campamentos está previsto para 10.000 personas.

Vacunas y alimentos

El campo de tránsito denominado Killi Faizo, que funciona desde el pasado miércoles en Quetta, apenas tiene capacidad para 500 personas, una cifra que se alcanzó durante el fin de semana, aunque puede ampliarse hasta 3.000, según algunas fuentes. Un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) ya ha instalado una pequeña clínica y proporciona vacunas y complementos alimenticios. 'Sólo hemos encontrado signos de malnutrición en dos niños', informa su portavoz, Diderik van Malsema. Oxfam ha instalado un contenedor para 9.000 litros de agua y letrinas.

'Si finalmente se produjera una llegada masiva de refugiados, estamos lejos de estar preparados para la emergencia', advierte, por su parte, Michel Maietta, responsable de logística de Acción contra el Hambre (ACH), que acaba de regresar de una misión de evaluación en Quetta. Este equipo ha visitado los campos de refugiados existentes, donde al parecer han encontrado techo algunos de los afganos que han logrado llegar a Pakistán. 'Su disponibilidad de agua y sus servicios sanitarios son insuficientes para acoger a más habitantes', asegura. Tanto MSF como ACH y otras organizaciones humanitarias muestran su preocupación por la falta de acceso al interior de Afganistán. 'No somos parte de la ecuación política', insiste el jefe de misión de MSF, Timm Pitt, pidiendo que se les permita asistir a la población civil de acuerdo con la Convención de Ginebra.

Soldados paquistaníes enarbolan sus armas en la zona fronteriza de Bajour, antes de intentar partir hacia Afganistán para sumarse a las tropas talibanes.
Soldados paquistaníes enarbolan sus armas en la zona fronteriza de Bajour, antes de intentar partir hacia Afganistán para sumarse a las tropas talibanes.EPA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_