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LA RESPUESTA A LA CRISIS

El desplome del consumo en Estados Unidos abre paso a la recesión económica

El 40% de los consumidores estadounidenses prevé recortar sus gastos, y el 45%, suprimir los viajes

Fernando Gualdoni

Hasta el pasado 11 de septiembre la gran mayoría de los estadounidenses jamás habría imaginado un ataque terrorista en su propio territorio de la magnitud del que se ha visto. El principal efecto sobre la economía del temor que nació tras los atentados ha sido la caída del consumo. La demanda de los particulares, hasta entonces, era el único cable que sujetaba a la economía de EE UU al filo del precipicio de la recesión. Hoy, a ese cable apenas le quedan unos flecos.

Las más recientes encuestas realizadas en EE UU muestran que el 40% de los consumidores prevé recortar su gasto total y que el 45% está decidido a suprimir de viajes. En septiembre pasado, dos datos confirmaron las peores sospechas acerca de lo mucho que ha caído la confianza de los consumidores. Las ventas minoristas descendieron un 2,4%, la mayor caída en casi una década; y la producción industrial retrocedió por duodécimo mes consecutivo. La secuencia de las disminuciones mensuales de la actividad industrial es la más prolongada desde finales de 1944 y principios de 1945, cuando se frenó la producción de armamento al aproximarse el final de la Segunda Guerra Mundial. La industria en EE UU, Europa y Japón está en franca recesión desde principios de año.

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En roman paladino, aún cuando antes del 11 de septiembre era evidente que la economía había entrado en el círculo vicioso de recortes de empleos, declive de la confianza de los consumidores, caída de la inversión, y más recortes de empleos, los ataques agravaron la situación y la opinión de que EE UU entrará en recesión para finales de este año es ya casi unánime entre los expertos. El cálculo preliminar de Washington es que la economía estadounidense ha crecido un 0,1% entre julio y septiembre y la perspectiva es que este dato se revise a la baja. Si es negativo el crecimiento del tercer trimestre y también el del cuarto, como se espera, la economía de EE UU habrá entrado técnicamente en recesión.

Extensión de la crisis

EE UU no es el único país con problemas económicos. Japón está prácticamente en recesión y, lo que es peor, todo su sistema financiero está al borde del colapso. En el sureste asiático, según un informe de Lehman Brothers, Taiwan, Singapur y Malaisia ya han entrado en recesión y en poco tiempo más también lo estarán Corea del Sur, Tailandia y Filipinas.

La otra región emergente, América Latina, está estancada. Europa ha logrado mantenerse a flote pero la situación no da pie para relajarse. Las previsiones de crecimiento de la UE han sido revisadas a la baja. El índice de confianza de los consumidores alemanes está en declive desde finales de 2000, cayó en picado en los últimos dos meses y hoy está al nivel de hace ocho años. La OCDE, en su última revisión, prevé que los 30 países más desarrollados crezcan un 1% este año, el ritmo más bajo en 20 años. Para el mundo, prevé un 1,3%.

Los ataques contra Nueva York y Washington han destruido activos valorados en unos 14.500 millones de euros, según cálculos del Instituto Económico Internacional (IIE). Los atentados agudizaron la crisis, directa o indirectamente, de sectores enteros de la economía. Las aerolíneas, y no sólo estadounidenses sino también del Reino Unido, Suiza, Italia y España, entre otras, anunciaron la eliminación de más de 100.000 puestos de empleo. La crisis del sector arrastró a fabricantes aeronáuticos como Boeing (EE UU), Bombardier (Canadá) o Embraer (Brasil). El IIE calcula que los ataques restaron a la economía estadounidense casi 27.000 millones de euros en el tercer trimestre.

La respuesta inmediata del Congreso de EE UU fue la de aprobar ayudas por 44.500 millones de euros para estimular la economía, de los que 16.600 millones fueron al sector aéreo. Con el mismo objetivo, la Reserva Federal rebajó dos veces los tipos de interés después del 11 de septiembre, pese a que ya lo había hecho otras siete veces anteriormente.

El Banco Central Europeo (BCE), que durante todo el año había sido reacio a rebajar el precio del dinero, lo hizo como parte de una acción coordinada con la Fed. Otros bancos centrales, como el de Inglaterra y Suecia, secundaron la medida.

Algo que podría socavar esta acción de los Gobiernos y los bancos centrales es un fuerte aumento del precio del petróleo y ello puede suceder si el conflicto en Afganistán se extiende hacia Oriente Próximo e interrumpe el flujo normal de las exportaciones de crudo hacia los mercados de Occidente. De momento, la posibilidad de que esto suceda es lejana, pero no improbable.

Las ayudas públicas, complementadas con la reducción del precio del dinero, buscan romper el patrón de las crisis vistas hasta el momento. Durante el periodo de bonanza hay un optimismo tan elevado que se invierte en exceso y se produce en exceso.

Duración del ciclo

Cuando la demanda cae, los productos se acumulan en los almacenes y la inversión se paraliza. Una vez que las existencias se van agotando, sobre todo en el caso de productos de corta duración, la producción se recupera y con ésta la inversión. A este último tramo del ciclo aún no se ha llegado y el cuándo es la pregunta del millón.

Las diferentes crisis que la economía estadounidense ha pasado desde 1945 han durado una media de entre 11 meses y un año. Históricamente, los mercados de valores suelen revertir su tendencia a la baja más rápidamente que la economía real, después de una crisis. Así sucedió tras el asesinato de Kennedy, la crisis de los rehenes en Irán, la guerra del Golfo y otros casos.

Hubo, sin embargo, una excepción: la primera crisis del petróleo de 1973-1974. Y es que aquella crisis fue mucho más profunda y duradera. El crudo se encareció cuatro veces y media en menos de tres meses, de 2,59 dólares por barril pasó a 11,65. Desde entonces, la cotización del crudo jamás volvió a caer por debajo de los 10 dólares, con la sola excepción de diciembre de 1998.

Fuera de este escenario, uno de los peores posibles, las medidas adoptadas por los Gobiernos de EE UU y Europa ayudarán a las familias de ingresos moderados a recuperar poder adquisitivo. Sin embargo, hay también un amplio consenso entre los analistas de que un recorte de los impuestos sobre la renta o el de sociedades no será útil para reactivar la economía.

Más aún, estas medidas pondrán en peligro la disciplina fiscal. Si se subestima el compromiso con los gastos por un lado, y la recaudación, por otro, advierten los expertos, esa actitud forzará a largo plazo un aumento de los intereses para frenar la inflación y se paralizará o demorará la recuperación económica.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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