Spojmai Zariab afirma que Afganistán ha sufrido la indiferencia del mundo
La escritora afgana participa en Barcelona en un debate sobre el exilio
Spojmai Zariab (Kabul, 1949) explica en uno de los relatos de su libro Ces murs qui nous écoutent (Édicions L'Inventaire) la historia de un chico de 15 años al que su familia escondía para evitar que lo reclutaran como soldado en una guerra fratricida originada por la ocupación soviética. Allí empezó, a su juicio, 'el drama afgano'. La historia se repite, explica esta mujer menuda y enérgica que el pasado día 9 participó en Barcelona en un debate sobre cultura y exilio. 'Afganistán ha sufrido la indiferencia del mundo', afirma Zariab.
'No quiero minimizar el drama norteamericano. Estos miles de inocentes que han perdido la vida y que no tenían nada que ver con esta historia. Simples ciudadanos, como los afganos que están al otro lado y que sufren las consecuencias de los errores de otros. Después del atentado de Nueva York, el mundo se estremeció, pero debo decir que desde hace 20 años cada pueblo de Afganistán ha sido también derruido como las torres de Nueva York. Las pérdidas humanas se cuentan por millones, y sucedió ante la indiferencia del mundo entero. Todos estos ciudadanos afganos que perdieron la vida, como estos miles de norteamericanos, eran inocentes'.
Spojmai Zariab, autora también del libro de relatos La plaine de Caïn (Édition l'Aube) y de una obra de teatro, Portrait de ville sur fond mauve, que se presentó en 1991 en el Festival off de Aviñón, se exilió en Francia en 1991 huyendo de otra guerra. 'Aún estaban los comunistas en el poder y era terrible porque cada día había bombas en la calle, en las escuelas, en todas partes. Salí pensando que volvería, pero desgraciadamente la situación fue empeorando y en 1994, cuando llegaron los talibán, mi marido también se exilió. Ahora somos refugiados políticos'.
Destrucción
Zariab acusa con dureza al mundo occidental de mirar hacia otro lado durante demasiados años: 'Sólo se empezó a hablar de manera relativamente seria de la situación cuando los talibán anunciaron la destrucción de los Budas de Bamiyan. Y, con todo el respeto que tenía por estos Budas, se olvidaron de que al lado de esto había todo un país que también estaba siendo destruido'. El régimen talibán está financiado por Arabia Saudí, Estados Unidos y Pakistán, asegura. 'Los talibán se han educado fuera, en las escuelas de Pakistán, y no conocen Afganistán, por lo que no pueden tener este lazo afectivo que te ata a tu país. Eso ha facilitado que destruyan tanto'.
En el relato La carte d'identité explica el drama de la guerra que arrasó el país tras la invasión soviética. 'Cuando los afganos se dieron cuenta de que aquella no era su guerra, que era la de dos grandes potencias, la Unión Soviética y Estados Unidos, que convirtieron Afganistán en el nuevo campo de batalla de la guerra fría, empezaron a desertar. No querían matar a sus hermanos. Y como ya no había hombres reclutaban a los niños'. Las grandes potencias, asegura, nunca han comprendido el país. 'No se molestan en conocerlo, se basan en las cifras, las estadísticas, las informaciones erróneas. Y los resultados han sido un ir y venir de fracaso en fracaso'.
Si se le pregunta sobre lo que pueden hacer los afganos ante esta situación recuerda, sencillamente, que hay 'más de seis millones de refugiados' y que los que se quedan, 'o colaboran con los talibán por razones económicas o religiosas o no sé por qué, o son sumisos y asumen las reglas porque no pueden hacer otra cosa'.
Sobre la situación actual, Zariab asegura que es imposible hacer predicciones. 'La historia ha demostrado que es un país imprevisible y es difícil hablar de algo concreto ahora, cuando todo pasa tan rápidamente. Pero tengo mucho miedo por esta mayoría silenciosa de afganos que no tienen nada que ver con los talibán, nada que ver con Estados Unidos, y que sufre las consecuencias de estos terribles sucesos. Es un pueblo independiente y con una cultura rica en mestizajes. Pero está cansado por estos 20 años de guerra civil'.
A Spojmai Zariab le molesta la imagen que están dando los medios occidentales de un país que, asegura, no vive tan anclado en el pasado como quieren hacer ver. 'He protestado muchas veces ante la prensa francesa de la imagen que dan de mi país. Cuando se habla de Afganistán siempre enseñan camellos, o asnos, y olvidan el otro país que había antes. Yo soy el producto de este otro Afganistán que también existe, y no estoy sola. Y esto pasa porque esta otra parte ha estado totalmente relegada por las grandes potencias internacionales, que no han querido tener confianza en esta franja social instruida y educada del país, porque esta franja tiene el poder de reflexión. Es muy fácil hacer obedecer a ciudadanos no instruidos. Pero es más complicado controlar a un intelectual y obligarle a hacer cosas contra el interés de su país. Porque ellos sí pueden discutir las decisiones'.
'Burkas' y libertades
Spojmai Zariab, que escribe en persa, se formó en la Facultad de Letras y la Escuela de Bellas Artes de Kabul. En la universidad compartía aula con sus compañeros masculinos, algo que hoy parece ciencia-ficción en su país. 'Este burka que ahora dicen que existe en Afganistán desde siempre no formó parte de la vida de Afganistán entonces. Las mujeres han perdido los derechos adquiridos, los que tenían antes'. Y explica: 'Antes de 1959, el burka se llevaba sobre todo en las ciudades, porque en el campo la mujer trabajaba y era incómodo para las faenas. En las grandes ciudades las mujeres estudiaban y muchas trabajaban, aunque en el exterior estaban obligadas a llevar el burka. En 1959, una fecha muy importante para la lucha de la liberación de la mujer en Afganistán, el rey Zahir Sha, que ahora está en Roma, promulgó una ley que eliminaba la obligatoriedad de llevarlo. Fue inteligente porque no obligaba a quitarlo, sino que daba libertad a cada mujer para que hiciera lo que quisiera. Su familia sirvió de ejemplo porque su mujer y sus hijas fueron las primeras en quitarse el velo para animar a otras mujeres. Muchas las siguieron. Otra fecha importante fue 1964, cuando la Constitución reconoció el voto para las mujeres'. Ahora el burka es cuestión de vida o muerte, aunque Zariab recuerda que 'también los hombres tienen problemas'. 'Los talibán los obligan a vestirse de forma tradicional y llevar barba. Para ellos también es difícil, aunque lo peor es el drama de los padres que ven que sus hijos no pueden tener la educación que ellos tuvieron, y que es un derecho'.
Babelia
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