Una escultura de Bernini expoliada hace un siglo regresa a su conjunto original en la Galería de las Colecciones Reales
La figura de bronce, de mediados del siglo XVII y que representa al río Ganges, se había localizado en una casa de subastas de Barcelona en 2021
El río Ganges ha vuelto a la Fuente de los cuatro ríos. Este críptico titular resume la historia de la recuperación de una pequeña escultura expoliada, obra del genial artista napolitano Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), que reapareció en una casa de subastas de Barcelona en noviembre de 2021 y que, desde hoy, jueves, ha regresado a su espacio original. La figura, de 26 centímetros de alto por 24 de ancho, en bronce, representa al gran río de la India y ya puede contemplarse dentro del conjunto de la Fuente de los cuatro ríos, en la planta dedicada a los Austrias, en la Galería de las Colecciones Reales (Madrid). Aunque hay varias teorías, parece que esta fuente fue un regalo del papa Inocencio X al rey español Felipe IV, quien colocó este elemento decorativo en su despacho en el Alcázar madrileño a mediados del siglo XVII.
El retorno de esta obra que personifica al Ganges ha sido posible gracias a que técnicos de Patrimonio Nacional (PN), que siguen habitualmente las piezas que salen a subasta, y del Museo de Escultura de Valladolid alertaron hace casi cuatro años de que esta se iba a vender en Barcelona. Se inició entonces un proceso en el que por orden judicial se paralizó la venta y el Ministerio de Cultura declaró “inexportable” la figurilla para que Patrimonio pudiera recuperarla. La obra, que había pasado de un particular a una empresa de vaciados de inmuebles y de ahí a un anticuario hasta llegar a la casa de subastas, fue trasladada al Palacio Real para su análisis, donde ha sido limpiada y ha permanecido en la cámara acorazada de la Galería. Tras la demanda que presentó PN, por fin, una sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 42 de la capital catalana, del 20 de mayo del año pasado, reconoció “de manera fidedigna la pertenencia continuada” de la figura “a los inventarios de colecciones reales que custodia Patrimonio Nacional”.
Isabel Delgado Iglesias, restauradora del Taller de metales de PN, explica en la sala polivalente de la Galería de las Colecciones Reales que “cuando llegó la pieza a palacio, se realizaron varios análisis, como ver la composición del metal, que era compatible con el resto de la Fuente”. Una dificultad surgida fue que a la figura del Ganges algún dueño anterior le había hecho unas perforaciones para colocarla sobre una peana de madera. “Con permiso del juez, desmontamos esa base y vimos que la figura, que es hueca, encajaba a la perfección en la Fuente”, añade Delgado, quien apunta, no obstante, que la escultura “estaba en bastante buen estado”. “Solo tenía suciedad superficial y había perdido parte del remo que sujetaba originalmente en una mano”.
Todo esto lo explica Delgado mientras se agacha para escrutar la escultura, de la que destaca su “composición, el movimiento de la figura y la anatomía, como puede verse en los detalles de la cara o en los nudillos”. Para unir el Ganges a la base de la fuente, los restauradores “han ideado un complejo mecanismo con anclajes sobre las mismas pletinas originales con las que Bernini ensambló las figuras”, informa Patrimonio.
Ahora que el Ganges está en la Fuente de los cuatro ríos y ya no se puede sacar, conviene recordar que este conjunto escultórico representa la fuente de mármol que hay en la plaza Navona, en Roma, un prodigio del Barroco obra de Bernini a mediados del siglo XVII. En Patrimonio apuntan varias opciones sobre quién le hizo el encargo, aunque probablemente fue el papa Inocencio X, el del célebre retrato de Velázquez. En cualquier caso, “su autor es Bernini y se dio como regalo diplomático a Felipe IV [que reinó entre 1621 y 1665]”, dice Virginia Albarrán Martín, conservadora responsable de la colección de escultura de PN.
Albarrán, doctora en Historia del Arte, explica que en el centro de la fuente está el llamado obelisco de Domiciano (que en su original encargó este emperador romano en el Antiguo Egipto en el siglo I). “Encima del obelisco, símbolo pagano, se colocaron en la escultura símbolos papales”, como muestra del dominio de la Iglesia católica, aunque en España se cambiaron por símbolos de la monarquía. Las figuras de los ríos eran, además del Ganges, de Asia; el Nilo, por África; el Danubio, de Europa, y el de la Plata, de América. Era la forma de expresar el poder católico en todo el mundo. Las cuatro figuras desaparecieron más adelante y con ellas varios de los animales que las acompañaban a sus pies.
“La primera vez que se mencionó este conjunto fue en la descripción que hizo de su viaje a España el noble Cosme de Médici en 1668”, subraya Albarrán. El gran duque de Toscana habló de esta Fuente, que situó “en el despacho de Felipe IV [aún llamado así pese a que el monarca había fallecido en 1665] en la Torre dorada del Alcázar, lo que indica el valor que se daba a la pieza”, según la conservadora. “A partir de 1686 aparece en todos los inventarios y en 1700, tras la muerte del rey Carlos II, es cuando se dice por primera vez que su autor fue Bernini”.
Sin embargo, el terrible incendio que acabó con el Alcázar madrileño en 1734 (para dar paso en su lugar al Palacio Real) motivó “que la Fuente se deteriora”, apunta su compañera. A salvo de las llamas, se guardó “a la espera de una restauración y un destino, según un inventario de 1773”, agrega Delgado.
El hilo de la historia de la Fuente salta a mediados del XIX. Tras su breve paso por el Palacio de Aranjuez, por fin se decide instalarla en la Real Biblioteca, en el Palacio Real. Hasta 1875, la documentación describía que la fuente estaba completa, con sus cuatro figuras. Sin embargo, en 1950, “varias fotografías muestran a la fuente ya sin las esculturas”, señala Albarrán.
Así que en ese lapso desde finales del XIX hasta mediados del XX, unas manos desconocidas se llevaron las pequeñas esculturas de los ríos con el más que probable fin de conseguir un dinero. Nada más se supo hasta que en 2021, la sala La Suite Subastas anunciaba erróneamente la venta de una figura del dios Vulcano, perteneciente a la escuela florentina, por el irrisorio precio (desconocían su verdadero autor) de 2.000 euros. Ahora, la figura de Ganges que, como estableció la sentencia, “es parte indivisible de la obra en su conjunto”, espera a que algún día también puedan volver sus compañeros, aunque se desconoce por completo dónde puedan encontrarse.
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