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Osakidetza atendió a 1.850 enfermos de anorexia y bulimia el año pasado

El programa para los enfermos más complicados acoge 450 nuevos casos cada año

El País

Los pacientes reciben una atención personalizada, diseñada a su medida. Se trata de los casos más complicados, aquellos en los que a la grave pérdida de peso se unen problemas orgánicos, familiares y patologías psiquiátricas, en las que a veces se producen intentos de suicidio.

Los responsables de esta iniciativa han realizado un balance de su funcionamiento, una vez que ha transcurrido el tiempo suficiente para ello. Desde julio de 1998 hasta el 31 de diciembre del año 2000 (últimos datos disponibles), el programa ha tratado a 1.374 pacientes nuevos, lo que supone más de la mitad del total de casos nuevos que ha atendido Osakidetza en ese tiempo. El 54% de las enfermas tratadas tiene menos de 24 años; un 30% entre 25 y 34, y un 16% supera los 35. El 75% de las pacientes con anorexia nerviosa mejora tras año y medio en el programa.

Aunque la anorexia y la bulimia son patologías que suponen un problema de salud importante y que causan una honda preocupación social, su peso respecto al conjunto de los enfermos que precisan atención psiquiátrica por cualquier tipo de problema es de apenas un 2%, recuerda el director de Salud Mental de Osakidetza, Álvaro Iruin

Trabajar con calma Según Iruin, tras la alarma y el revuelo causados hace cuatro años por el incremento de casos, la fase actual es de mayor calma, lo que permite trabajar a los especialistas con sosiego. 'De alguna forma, con la presión inicial de los ciudadanos ante un fenómeno que siempre ha existido, pero que repuntó, se produjeron diferentes formas de respuesta de los profesionales'. Ahora que las cosas se han estabilizado, los responsables de esta área en Osakidetza han elaborado un protocolo de funcionamiento básico para que todos los profesionales compartan los mismos criterios.

La nueva guía fija el procedimiento de entrada, funcionamiento y salida del programa específico para los enfermos más complicados. En este protocolo se insiste en que la vía de entrada al sistema psiquiátrico sigue siendo la atención primaria. En el caso de que los médicos de cabecera observen que puede tratarse de anorexia o bulimia deben derivar al paciente a los centros de salud mental, donde los especialistas determinarán si precisa de un programa específico o es suficiente con el tratamiento que le puedan dispensar ellos.

Lo que se logra de esta forma es que al programa intensivo no se llegue desde el primer momento sin pasar un control previo, ni desde fuera del sistema sanitario. 'Debe existir una valoración inicial, porque en un trastorno psiquiátrico lo que hay que hacer es descartar la existencia de otra patología médica subyacente que pueda estar provocando un diagnóstico equivocado', dice Iruin. La anorexia y la bulimia a menudo llevan asociadas múltiples complicaciones, como la hipotensión, la anemia, la amenorrea o la osteoporosis, entre otras muchas.

Casos crónicos Lo que ha observado Iruin y su equipo durante el balance de los dos años y medio de funcionamiento del programa específico es que al principio (en los años 98 y 99) llegaron a este dispositivo casos crónicos, con una larga historia de enfermedad que habían sido previamente tratados por los centros de salud mental, pero que habían pasado a una fase de cronificación.

La edad media de las pacientes era más alta que la actual y los enfermos 'habían dado muchas vueltas por el medio sanitario antes de recalar en el programa', recuerda el director de Salud Mental. Mientras, en el año 2000 llegó gente más joven, sin ser tratada en los centros de salud mental, que se limitaron a emitir un diagnóstico y derivarles con celeridad. Esto se ha traducido en mejores expectativas de tratamiento y de evolución. 'Las chicas que llegan ahora están en mejores condiciones físicas y psicológicas', resume Iruin. El 75% de ellas mejora tras un año y medio de tratamiento en el programa específico.

El colectivo de pacientes crónicas ha requerido organizar un grupo de trabajo especial entre los propios profesionales para atenderlas, ya que exigen un tratamiento diferenciado del resto.

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