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Columna
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Lecciones de química

Los temas inscritos por el Gobierno en el orden del día de la vida pública fuerzan a los ciudadanos a ocuparse de asuntos que hasta ese momento no les habían quitado el sueño o cuya existencia incluso desconocían. Las disciplinas implicadas en esa pedagogía de urgencia varían según las épocas; si la inflación y el desempleo pusieron de moda la teoría económica, la judicialización de la política requirió después la ayuda del derecho penal y procesal. Ahora parece llegarle el turno a la bioquímica: la decisión adoptada hace una semana por la ministra de Sanidad para inmovilizar las existencias de aceite de orujo de oliva a causa de su alta concentración de benzopireno (una sustancia potencialmente cancerígena) ha desencadenado una tormenta política. Y tras la bioquímica, la microbiología: los nuevos casos de legionella familiarizarán con el mundo de las bacterias a los ciudadanos deseosos de entender mejor las informaciones y de apreciar en su justo valor las exculpaciones de la ministra Villalobos.

¿La medida de activar la red de alerta sanitaria tomada el martes 3 de julio por el departamento de Sanidad fue inevitable o constituyó la consecuencia indeseada de oscuras luchas por el poder libradas dentro del Gobierno? Después de tres días de ominoso silencio, Villalobos expuso en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado viernes la historia oficial de los pasos dados por su departamento en la gestión de la crisis. Según esa versión, el Ministerio de Sanidad dictó la drástica medida de retirar del mercado las existencias del aceite de orujo de oliva el mismo día en que recibió oficialmente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación los análisis de laboratorio acreditadores de los elevados índices de benzopireno en su composición. Nadie podría reprocharle, así pues, a Villalobos falta de arrestos para asumir sus responsabilidades, ni tampoco tardanza en el cumplimiento de sus deberes: la protección de la salud de los españoles prevaleció en su ánimo sobre cualquier otra consideración nacida de compadreos con los sectores agro-industriales afectados o del propósito solidario de cubrir las presumibles negligencias del Ministerio de Agricultura. 'A mi, que me registren', vino a decir la ministra, visitada tal vez en su despacho por el fantasma de la crisis del aceite de colza de los años ochenta.

Sin embargo, otras informaciones -el tiempo dirá si veraces o intoxicadoras- bombeadas a la opinión pública desde fuentes oficiosas acogidas al beneficio del off the record niegan la exactitud del relato de Villalobos y presentan el incidente como un ajuste de cuentas con el ministro Arias Cañete que estaba pendiente desde la crisis de las vacas locas. En realidad, la ministra de Sanidad habría pretendido sólo quitarse las pulgas de encima y dejar al ministro de Agricultura como sospechoso de pasteleos con los fabricantes del aceite de orujo de aceituna. En cualquier caso, los datos son contradictorios o confusos. Algunas versiones hacen remontar al pasado mes de enero las primeras noticias sobre el benzopireno, procedentes del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Tampoco está clara la fecha en que el Ministerio de Sanidad recibió los análisis del Ministerio de Agricultura confirmatorios del buen fundamento de la denuncia enviada a finales de mayo por las autoridades checas.

Todavía resulta mas difícil explicar que la medida tomada por Villalobos para retirar de manera coercitiva e inmediata el aceite de orujo de oliva fuese precedida de negociaciones con los fabricantes, dispuestos a hacerlo de forma voluntaria en el plazo de quince días. Por lo demás, el episodio ha puesto de manifiesto no sólo la descoordinación entre Sanidad y Agricultura sino también la incapacidad del presidente del Gobierno y de sus dos vicepresidentes para remediarla: encargado ahora de realizar esa tarea, el ministro de la Presidencia tendrá la oportunidad de mostrar que su histórica comparación entre El Quijote y el equipo de baloncesto del Harlem Globetrotters sólo fue consecuencia de un desmayo mental transitorio.

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