¿El último neogramático?
Acepto con gusto la invitación que me hace EL PAÍS para que redacte una breve semblanza del nuevo académico en unas pocas líneas que habrán de ser necesariamente apresuradas. José Antonio Pascual, actual director del Instituto Cervantes de París, es un destacado profesional de la lingüística histórica, un filólogo especializado en la evolución de las palabras, sus componentes y sus significados. Es coautor, junto con el insigne filólogo Joan Corominas, de una de las pocas obras verdaderamente clásicas de la filología española: el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (seis volúmenes). El profesor Pascual dice en el prólogo de la obra que su autor es Corominas, y que él no es más que un "colaborador", pero no debió ser tan modesta su colaboración cuando el propio Corominas no dudó en ascenderla al mismo nivel que la suya. Pascual es autor de numerosos trabajos sobre la lengua del siglo XV y del Siglo de Oro, sobre las traduccio-nes de textos medievales, sobre cuestiones de fonética y morfología históricas, el contacto de lenguas, la historia del léxico español, la evolución de los estudios de lingüística histórica en España y el concepto de cambio lingüístico. Es también especialista en lexicogra-fía, autor de varios trabajos sobre la estructura de los diccionarios, coautor del proyecto del Diccionario Salamanca de la Lengua Española e impulsor de varios otros proyectos lexicográficos.
Alguna vez le oído decir de sí mismo que se considera "un neogramático". Para los lectores no especializados, los neogramáticos constituían en el siglo XIX una escuela de lingüística histórica y comparada que fundamentaba la evolución de las palabras en leyes objetivas formuladas con principios de corte positivista, más que en tendencias de orientación idealista. La producción del profesor Pascual muestra que no lo es del todo, que comprende muy bien la compleja suma de factores (sistemáticos unos y relativamente accidentales otros) que caracterizan la evolución del idioma, y que exagera un tanto al asignarse a sí mismo esa etiqueta que ya casi nadie reserva para sí. Pero los neogramáticos también aparecen en la historia de la lingüística como los defensores de la búsqueda de la regularidad y la sistematicidad en el trabajo lingüístico, de teorías que nos ayuden a comprender la naturaleza de las cosas, también en el ámbito aparentemente azaroso de las palabras. José Antonio Pascual, que conoce bien la Academia, sabe que la tarea que le espera en ella es muy considerable.
La RAE necesita, sin duda, más lingüistas y más filólogos. Tal vez la repercusión que su ingreso tenga en los medios de comunicación sea menor que la que tiene el de los escritores conocidos. Ciertamente, los lingüistas que trabajamos en la Academia no somos capaces de crear nuevos objetos artísticos usando las palabras como instrumento. Pero precisamente porque trabajamos para tratar de entender las palabras mismas (su naturaleza, su combinatoria, su significado) agradecemos tanto que se incorporen a la tarea profesionales acreditados que tan bien conocen nuestro objeto de estudio y nuestras necesidades.
Ignacio Bosque es académico.
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