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EL DEBATE SOBRE LA AMPLIACIÓN

París y Berlín se alían contra España por las ayudas de la UE

El Gobierno español se contradice al comentar su estrategia ante las ayudas europeas

Carlos Yárnoz

Védrine explicó que París no aceptará que se adelante la discusión sobre el nuevo reparto de fondos que será aplicado a partir de 2006. Lo que el Gobierno español exige es que todos los miembros de la Unión Europea se comprometan ahora a 'minimizar o incluso anular', como ha escrito a sus homólogos el presidente José María Aznar en un memorándum, las consecuencias que tendrá para España la incorporación a la Unión Europea de países del Este que son mucho más pobres; es decir, la pérdida de un elevado porcentaje de las ayudas destinadas a las regiones españolas menos desarrolladas.

El revés dado por Francia, cuya contundencia cogió por sorpresa al Ejecutivo español, supone un cambio cualitativo en el pulso hispano-alemán, pese a que la pretensión española contaba ya con muy escasos apoyos entre los Quince. Pero lo que ahora ha quedado claro es que son las dos grandes potencias de la UE las que han suscrito un pacto para frenar a Aznar, lo que dificulta enormemente una salida airosa para el Ejecutivo español.

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La toma de posición del Gobierno de París ya había quedado planteada de alguna manera en la reunión del pasado miércoles de los embajadores representantes permanentes de los Quince en Bruselas. En esa reunión, Suecia presentó un documento en el que se indicaba que la Unión Europea buscaría 'una salida' al litigio a la vista del memorándum difundido por Aznar el 19 de abril. Francia abrió el turno de intervenciones y se opuso a suscribir ese compromiso. Tras escuchar otras intervenciones críticas, Suecia retiró la propuesta y la ministra sueca de Exteriores, Anna Lindh, exigió a España que no vincule 'cuestiones que no están relacionadas'.

Y es que el Gobierno español ha introducido esta polémica a la vez que Alemania, por miedo a que el país sea inundado por una avalancha de inmigrantes tras la ampliación, busca el consenso para que los Quince fijen una moratoria de siete años, durante los cuales los trabajadores de los nuevos miembros no se podrán establecer en Estados de la UE actual.

España se opone a tal moratoria, aunque enseguida añade que puede ser 'flexible' si los demás, léase Alemania, son también flexibles con el problema español. El rechazo español a la tesis alemana de la moratoria ha originado que en estos momentos las negociaciones de la ampliación se encuentren de hecho bloqueadas.

'Yo no mezclo nada'

Oficialmente, el Gobierno español asegura que no vincula su problema con el alemán. 'Yo no mezclo nada', declaró ayer Aznar a Radio Nacional de España, y 'ni siquiera pido que eso se trate ahora, sólo que se reconozca que existe ese problema y que en su momento sea abordado'. El Gobierno, dijo Aznar, pretende 'una declaración política que reconozca que cuando se produzca la ampliación vamos a tener un problema', ya que Extremadura o Andalucía tendrán 'el mismo nivel de renta que tienen porque entren otras regiones pero no van a ser más ricas por ello', dijo Aznar.

Su vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, dijo en París: 'Lo que el Gobierno plantea es que, si hay países que tienen consideraciones que hacer sobre el proceso de ampliación, como pueden ser aquellos a los que les preocupa la circulación de personas [Alemania], también hay otros que pueden tener problemas justificados respecto al efecto estadístico que produce la ampliación [España]'.

'Nos parece razonable que todas las cosas se discutan en el mismo momento', agregó el ministro de Economía, para añadir por si quedaba alguna duda sobre si el Gobierno español vincula o no ambos problemas: 'Si se empieza a hablar de problemas que preocupan a unos países, como la libre circulación de trabajadores, pidamos que también se hable de otros problemas'.

La posición oficial española también incluye el discurso de que el Gobierno no sólo no bloquea las negociaciones de la ampliación, sino que apoya sin reservas el proceso. El pulso hispano-alemán, sin embargo, tiene paralizadas esas negociaciones. Hoy, los embajadores representantes permanentes de los Quince mantendrán una reunión extraordinaria para buscar alguna aproximación. Pero el representante español se sentará a la mesa en una posición aún más débil tras haber conocido la 'posición común' franco-alemana.

Suecia es la más interesada por buscar fórmulas de compromiso, porque no desea que la próxima cumbre europea de Gotemburgo de junio se inicie ya envenenada por semejante litigio. En esa cumbre, Aznar contará con un seguro aliado: el próximo primer ministro de Italia, su amigo Silvio Berlusconi.

Los ministros de Exteriores de Alemania, Joschka Fischer (izquierda), y de Francia, Hubert Védrine, en París, en 1999.
Los ministros de Exteriores de Alemania, Joschka Fischer (izquierda), y de Francia, Hubert Védrine, en París, en 1999.AP

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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