De pesca y agallas
Tras la ruptura, al parecer definitiva, de las negociaciones de la Unión Europea con Marruecos, ha quedado al descubierto, con toda su crudeza, el grave problema al que se enfrenta la flota andaluza que faenaba en los caladeros marroquíes. Un total de 203 barcos, con una media de 12 tripulantes cada uno, han sido condenados al amarre y al paro casi definitivo por la incapacidad de alcanzar un nuevo acuerdo pesquero con nuestros vecinos africanos. La ineficacia y los intereses del Comisario Fischler, por más señas austriaco y popular, unida a la inoperancia de las relaciones internacionales españolas, también por más señas populares, están a punto de culminar un desastre para los armadores y pescadores andaluces y con ello para muchos pueblos que obtenían unos importantes ingresos de la actividad pesquera en aguas de Marruecos.
El devenir de las negociaciones ha sido largo y ha estado marcado por las estrategias de las partes. De un lado Marruecos ha planteado una negociación dura, destinada a mejorar sensiblemente su posición, aumentando la compensación económica y reduciendo las capturas. Del otro, los países afectados de la Unión Europea han dejado en manos del Comisario Fischler la negociación. Comisario que por motivo del mal de las vacas locas, la fiebre aftosa y su propia incapacidad no ha tenido ningún interés real en representar eficazmente los intereses de los afectados. El resultado de ambas situaciones nos ha llevado a un punto en el que Marruecos se ha visto superado por sus propias demandas y Fischler ha visto la posibilidad de destinar parte del presupuesto previsto para el acuerdo a tapar los agujeros de los desastres ganaderos.
Tan evidente ha sido esta posición de Fischler que cuando un país como Portugal, que se vería obligado a desmantelar gran parte de su flota, ya que como la andaluza es artesanal y no tiene otros caladeros alternativos, se ha dado cuenta del desastre para el sector, se ha prestado de forma rápida a intentar promover el acuerdo, aunque sea parcial para la flota artesanal, enviando a su Ministro a Marruecos. Frente a esta posición lusa, el Gobierno de España se ha colocado en la postura contraria: se acabó la negociación, ni acuerdo parcial ni global, sino reconversión y desguace.
En esta tesitura, en Andalucía, mientras el presidente Chaves, en nombre de la Junta de Andalucía, ha solicitado que se le posibilite intentar el acuerdo, en el mismo sentido de lo propuesto por Portugal en Luxemburgo, el PP se ha lanzado al desprestigio sistemático de cualquier alternativa de negociación, con un rosario de descalificaciones insultantes. Así, la pasada semana hemos tenido que oír o leer como se le llamaba al Consejero de Agricultura y Pesca 'impresentable', como se afirmaba que el Presidente Chaves mantenía una actitud 'chufletera', 'haciendo el ridículo' y 'queriendo recoger las migajas', o como se califica al PSOE de 'chabacano'. Y todo por no aceptar el desguace de la flota andaluza por culpa de la ausencia de un acuerdo con Marruecos.
Además, y como no podía ser de otra forma, el PP andaluz ha encontrado la persona idónea a quien asignarle la culpabilidad de su fracaso. Persona que no es ni su correligionario Fischler, al que ya deberíamos llamar Comisario Fishloser (perdedor de peces), ni el Ministro para las Relaciones Privilegiadas con Estados Unidos, señor Piqué, ni el Ministro de Catástrofes Agrícolas, Ganaderas y Pesqueras, señor Cañete, ni por supuesto el respetado e influyente líder europeo y mundial Presidente Aznar, sino que es Felipe González, que al parecer sigue siendo quien gobierna, pues impide que se pesque en Marruecos en el 2001, después de 5 años de Gobierno de Aznar.
En definitiva, mientras el resto de fuerzas políticas andaluzas, junto con armadores y pescadores, no se resignan a la desaparición de la flota andaluza y plantean la vuelta a la negociación y la búsqueda de un acuerdo, el PP se ha quedado solo y escaso de argumentos. De hecho, aparte de los insultos y el recordatorio de Felipe González, lo único que le ha quedado es plantear el discurso de la gallardía, sustituyendo en la palabra agallas su significado de branquia, más apropiado por el tema en cuestión, por el metafórico de criadilla. Dicho de otro modo, se ha recuperado el espíritu hidalgo castellano, de tan rancia constancia en la derecha española, planteando el problema del no acuerdo con Marruecos como una cuestión de agallas (criadillas).
Resulta paradójico que la situación haya desembocado en que los intereses de Andalucía terminen siendo defendidos por otro país, Portugal. A España, al parecer, sólo le interesa un acuerdo si es completo y afecta a todo tipo de barcos, ya que lo contrario sería olvidarse de la flota de algunas comunidades como es la gallega. Eso significa que, según el ministro Miguel Arias Cañete, es preferible la búsqueda de caladeros alternativos y la reconversión, antes de dejar fuera a la flota no artesanal. Sin embargo, lo que no dice Cañete es que si no se firma acuerdo, esto perjudica a la flota andaluza, ya que la gallega tendrá la alternativa de la búsqueda de otros caladeros, mientras que a la andaluza sólo le quedará el desguace. Siendo esto así, uno se pregunta: ¿no será mejor firmar el acuerdo para la flota artesanal y buscar caladeros alternativos para la no artesanal, para que ni una ni otra tenga que ir al desguace? Señores del Partido Popular: ¿no será mejor menos agallas (criadillas) y más agallas (branquias)?, ¿no será mejor que a Andalucía la defienda el gobierno español y no el portugués?
Luis Ángel Hierro es diputado socialista en el Parlamento de Andalucía.
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