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Lorenzo Silva narra el desastre de Annual en su novela 'El nombre de los muertos'

Amelia Castilla

'En el fondo, este es un libro sobre la condición humana; la historia de los pocos que reconocieron que su principal deber era sobrevivir y lo hicieron manteniendo la dignidad. Lo mejor de todo es que ninguno era un superhombre. En África, los soldados aguantaron situaciones de hambre y enfermedad sin apenas ayuda', recuerda Silva. De hecho, los que se salvaron lograron salir de allí como se cuenta en la novela. Ficción y realidad caminan juntas durante todo el relato, aunque la acción se corresponde a grandes rasgos con los acontecimientos históricos.

El nombre de los nuestros está además ilustrado con una foto de la época, una postal que el abuelo del escritor (que salió vivo de allí por un cambio de destino) envió a sus padres cuando prestaba servicio en Marruecos. La novela está narrada desde la voz de cinco personajes: un alférez vocacional, un soldado marroquí, un sargento reenganchado y dos soldados, uno anarquista barcelonés y otro madrileño y militante de UGT.

Los avatares vividos entre junio y julio de 1921 por los soldados españoles que defendían las posiciones de Sidi Dris, Talilit y Afrau están narrados desde la crítica de unos personajes que se saben condenados a un heroísmo completamente inútil. 'Los únicos que estaban allí a gusto eran los militares estilo Franco, que veían en ese destino la posibilidad de ascender rápido', aclara Silva.

El nombre de los nuestros es la primera incursión en el relato bélico de este narrador, que compagina la literatura con su trabajo como abogado en Unión Fenosa. Lo complicado ha sido tratar de reflejar el tono épico y terriblemente duro en que se movían aquellos hombres sin incurrir en el tremendismo. Quería contarlo de manera humana', explica el autor, que ha huido en su narración de las acciones propiamente de guerra.

Junto a obras como La flaqueza del bolchevique o Algún día cuando pueda llevarte a Varsovia, Silva es autor de novelas como El alquimista impaciente, con la que ganó el Premio Nadal 2000, protagonizada por una pareja de detectives, el sargento de la Guardia Civil Bevilacqua y la agente Chamorro, de la que ha vendido más de 200.000 ejemplares. Su incursión en el género negro le ha procurado, además de un buen número de lectores, un público bastante fiel entre los propios miembros de la Guardia Civil o de la policía, quienes, además de leer sus novelas, acuden a las presentaciones o actos públicos en los que participa para hacerle alguna objeción o para darle algún consejo.

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