El juez Guzmán ya puede tomar las huellas al ex dictador

Con el fallo de ayer, el proceso regresa a manos del juez Juan Guzmán, quien debiera ordenar ahora a funcionarios del Servicio de Registro Civil e Identificación que sometan a Augusto Pinochet a una filiación, es decir, que le tomen fotografías de frente y perfil con el número de su cédula de identidad y sus huellas digitales. Aunque esta diligencia no tiene mayor trascendencia, pues se practica con todas las personas procesadas, constituye, sin duda, una humillación más para el hombre que hace menos de dos decenios se jactaba de que en Chile no se movía una hoja sin que él lo supiera, y que ahora se halla bajo arresto domiciliario.

La resolución del tribunal es difícil de recurrir en la práctica por cualquiera de las partes, pues para hacerlo tienen que acudir ante la Corte Suprema a la fórmula de una casación de forma o de fondo, que consiste en pedir la nulidad del fallo por vicios legales, o de una queja, que sólo procede si hay falta o abuso disciplinario, todas situaciones muy complejas de probar. Además, corren el riesgo no menor de perder su recurso.

Más expectativas tiene la defensa de intentar un sobreseimiento de Pinochet por razones médicas, si apelan a la demencia o locura de su cliente, a lo que hasta ahora se niegan, ante una quinta sala de la Corte de Apelaciones que aparece más favorable para sus intereses. Los tres magistrados que la integran, dos de los cuales votaron contra el desafuero del general el año pasado, están a la espera de un informe del fiscal de la corte sobre el informe médico que le practicaron los peritos a Pinochet en enero.

La salud de Pinochet será el campo de batalla en que se dirimirá su situación jurídica, porque la visión histórica de su actuación hace años que la perdió. Si el ex dictador quedara como procesado y fuera sobreseído temporalmente por padecer locura o demencia senil, las únicas causales que permite la ley, los querellantes sentirían terminado su trabajo.