Agricultura retrasó el anuncio de la primera 'vaca loca'
'Elvira' murió en agosto, el Gobierno supo que padecía la EEB en octubre y lo confirmó en diciembre
La vaca Elvira fue enviada al matadero de Montellos (A Coruña) para su sacrificio de urgencia el 31 de agosto. Su entrada está registrada a las 6.45 horas, acompañada de un certificado veterinario que explica que la vaca sufría 'decúbito permanente, con convulsiones y epistótonos' (no se podía levantar, tenía la cabeza rígida hacia atrás y movía las patas como si estuviera pedaleando). El veterinario oficial del matadero, Antonio Lagares, en su inspección ante mortem, confirmó que la vaca era sospechosa y comunicó a la Consejería de Sanidad de la Xunta que debía tomarse una muestra para su análisis. A partir de este momento y durante 98 días, el caso de Elvira vivió en un mar de contradicciones.
Según Juan José Badiola, director del Laboratorio de Referencia de Zaragoza, el centro de Lugo remitió la muestra en la segunda quincena de septiembre. 'Estaba ligeramente autolítica, pero mi primera impresión es que se trataba de un caso positivo. Mostraba las vacuolas típicas de la encefalopatía', declaró ayer Badiola a este diario.
Por esas fechas, funcionarios de la Xunta comenzaron a visitar las dos explotaciones donde había residido la vaca, una en Cabañas de Bergantiño y otra en Coristanco. Revisaron toda la documentación de las explotaciónes, pero no se les informó a los propietarios del motivo de las inspecciones. Sólo que la vaca estaba enferma y 'tenía problemas'. Trataban de averiguar los ascendentes y descendientes de Elvira, según relataron a este periódico los propietarios. A uno de ellos, se le pidió que no vendiera ninguna vaca hasta nueva orden, aunque no se les comunicó formalmente que las explotaciones estuvieran inmovilizadas. De estas visitas, Eugenio Romero, jefe provincial de Sanidad Animal de A Coruña, ha asegurado a EL PAÍS que existe constancia documental. Los propietarios carecen de documentación de tales visitas.
Conducto formal
Badiola explicó que pasado el puente del Pilar (del 12 al 15 de octubre) comunicó tanto al ministerio como a la Xunta que estaban ante un caso probablemente positivo, aunque mantenía ciertas dudas. El conducto formal establecido con el Ministerio es que los resultados de las pruebas deben remitirse a la Subdirección General de Sanidad Animal, que forma parte de la Dirección General de Ganadería, ocupada en aquel momento por Quintiliano Pérez Bonilla, quien dimitió en enero.
Las dudas de Badiola, en todo caso, no eran fundamentales, como se desprende de un artículo que publicó en la revista Profesión Veterinaria del pasado mes de diciembre. El director del laboratorio de referencia se refiere en su texto a los dos primeros casos de EEB en España, ambos en Galicia: 'Los dos casos presentaron un perfil lesional específico de la enfermedad en las áreas nerviosas correspondientes del óbex, puente y mesencéfalo y en ambas fue detectada la presencia de la proteína PrPsc mediante una inmunocitoquimia con un anticuerpo monoclonal específico'.
Entretanto, las visitas de los funcionarios a las explotaciones se fueron haciendo casi rutinarias. A las preguntas de los propietarios, se limitaban a decir que 'se trataba de un caso que podía tener repercusión' y que era mejor para todos guardar silencio al respecto. En un momento dado, según relató uno de los propietarios ante testigos, un funcionario les dijo que 'sería mejor que acordáramos, por lo que pueda pasar, que la vaca era hija de una vaca austriaca'. El propietario le respondió que no era hija sino nieta, a lo que el funcionario respondió: 'Sería mejor para ustedes que digan que es hija si se les pregunta'. Días después, el citado funcionario se echó atrás de esta curiosa petición.
Tras la comunicación por parte de Badiola de que Elvira había muerto probablemente del mal de las vacas locas, Agricultura pidió más pruebas. Finalmente se planteó que se efectuara un análisis de confirmación en un laboratorio extranjero. Se seleccionó el de Weybridge, en Inglaterra.
Muestra a Londres
La muestra se envió a Londres, según Badiola, a principios de noviembre 'y tardó terriblemente'. Los nervios en Agricultura y en la Xunta eran evidentes, según algunas fuentes, pero nada se filtró al exterior. La tesis oficial seguía siendo que España estaba a salvo del mal de las vacas locas como muestra una respuesta parlamentaria del Gobierno a IU del 16 de octubre.
El 25 de octubre murió otra vaca, llamada Parrula, en una explotación de Carballedo (Lugo). A pesar de algunas versiones contradictorias sobre si la vaca fue primero enterrada y luego desenterrada para extraerle la cabeza, Gonzalo Fernández, jefe de Sanidad de Lugo, explica que la res tenía síntomas, que se le cortó la cabeza antes de su enterramiento y que fue enviada al laboratorio de Lugo. Esta muestra llegó en noviembre al laboratorio de Zaragoza. A mediados de ese mes se tenían ya los resultados del análisis: Parrula murió enferma de encefalopatía espongiforme. Una muestra se envió a Weybridge para la confirmación y este laboratorio contestó en este caso con rapidez, el 22 de noviembre.
Con un segundo caso, ya no servía de nada retrasar el asunto de Elvira. Ese 22 de noviembre, el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, convocó una conferencia de prensa 'en cumplimiento del compromiso adquirido por el Gobierno de tener una total transparencia en el caso de la enfermedad de las vacas locas' y comunicó la existencia de un positivo en Lugo y un caso 'no concluyente' en A Coruña, que era el de la vaca Elvira. El ministro anunció la fecha de la muerte de Parrula, pero no hizo mención a la fecha de sacrificio de Elvira.
Un portavoz de Agricultura justificó ayer a este periódico el retraso en la comunicación de la enfermedad de Elvira en que 'había que tomar todas las precauciones posibles porque se trataba de un primer caso'. 'No hubo retraso consciente', agregó, '¿qué hubiéramos ganado con ello?. Tampoco podíamos divulgar que teníamos una vaca sospechosa porque no se trataba de alarmar sino de ofrecer datos confirmados'.
Durante su conferencia de prensa del 22 de noviembre, el ministro Arias Cañete siempre utilizó los términos 'dudoso' o 'no concluyente' cuando se refería a los análisis efectuados a Elvira. La confirmación oficial no llegó hasta el 7 de diciembre. Habían pasado 98 días desde su muerte.
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