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LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

La falta de mano de obra deja sin recolectar la cosecha de 20.000 hectáreas en Murcia

Tereixa Constenla

Aunque no aventuran cifras sobre pérdidas, los agricultores confiesan que está cundiendo la 'alarma' ante el temor de que esta situación se prolongue. El responsable de COAG en Lorca, Víctor Pérez Muela, estima que la inactividad afecta a unas 20.000 hectáreas del valle del Guadalentín, casi la mitad de la superficie cultivada por unos 4.000 pequeños y medianos agricultores. La parálisis revela el alto porcentaje de contrataciones irregulares de temporeros, que los empresarios justifican por la falta de mano de obra regularizada.

Víctor Peréz confiesa que los agricultores se hallan 'acobardados' y que prefieren perder la cosecha antes de arriesgarse a una sanción laboral. 'Si esto sigue así tendremos pérdidas millonarias', indica. Su organización espera que la Administración arbitre una fórmula para remediar la situación en la próxima semana, distinta de la propuesta del delegado del Gobierno para la Inmigración, Enrique Fernández-Miranda, para que los ecuatorianos retornen a su país, con el billete a cargo de las arcas públicas, a tramitar el visado antes de obtener un contrato.

La oferta, para Pérez, es 'como la expulsión de los Reyes Católicos en plan moderno'. Si no hay salidas mejores, agrega, los agricultores comenzarán a estudiar movilizaciones contra el Gobierno. La Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam) tampoco ha hecho cálculos sobre pérdidas, pero su presidente, Manuel Soler, augura una 'reducción de las plantaciones nuevas' si se mantiene el actual desajuste entre demanda y oferta de trabajo.

La situación de los inmigrantes irregulares es menos halagüeña que la de sus patronos. Pocos han vuelto al tajo desde el accidente. Algunas decenas se han marchado a otras provincias, pero responden a casos aislados. 'Vayas donde vayas, te vas a encontrar la misma situación, no te van a contratar sin papeles', aduce Manuel Tandazo, representante de la asociación hispano-ecuatoriana Rumiñahui en Lorca.

Tandazo admite que la situación de sus compatriotas se está tornando 'delicada' y 'grave', aunque la mayoría se afana en ocultarlo: 'Hemos venido a trabajar, no queremos misericordia ni limosna, tenemos orgullo'. El representante de Rumiñahui calcula que un 10% de los 6.000 ecuatorianos sin papeles de Murcia ya afrontan casos de gran necesidad, aunque la mayoría sale adelante con ayudas y préstamos.

Uno de ellos es Luis Fierro, de 47 años, que lleva casi dos semanas sin trabajar y ha dejado de enviar remesas de dinero a su familia para saldar la deuda de 2.500 dólares, que contrajo para financiar su viaje hasta España. 'Tengo la ventaja de que la dueña de mi piso me está ayudando con comida y me fía el alquiler', explica.

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Fierro pertenecía a una patrulla de 50 peones que recogían lechuga para un empresario de Lorca, que les pagaba 600 pesetas por hora, por debajo del convenio. 'El patrón dice que prefiere perder la cosecha antes que arriesgarse a coger irregulares', explica el ecuatoriano.

En Lorca, sin embargo, proliferan las muestras de solidaridad. La directora de Cáritas, Magdalena Hernández, asegura que la población no olvida su propia historia migratoria y que se está volcando con los extranjeros. 'De forma discreta, están siendo solidarios y apoyándolos', dice. En la oficina de Cáritas se han concentrado decenas de inmigrantes durante la última semana, que tratan de presentar solicitudes para regularizar su estancia en España, aunque resulte un intento inútil.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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