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Lagos cede a la presión de los jefes militares y convoca el Consejo de Seguridad Nacional

La intensa presión de los militares sobre el Gobierno chileno tras el auto de procesamiento del ex dictador Augusto Pinochet emitido el viernes por el juez Juan Guzmán ha hecho efecto. El presidente Ricardo Lagos anunció ayer, un día después de reunirse con la cúpula militar, la próxima convocatoria del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), tal y como exigían los uniformados. Los hechos contradijeron las palabras. Veinticuatro horas antes, Lagos había declarado, a su regreso de México, que "en el momento de los fallos judiciales no corresponde ninguna reunión. Eso sería inconstitucional".

El ministro del Interior, José Miguel Insulza, que en los últimos días actuó como presidente en funciones, había reiterado que no había razón alguna para convocar el Cosena. "Como he dicho en muchas ocasiones, el Cosena es una institución que a mí no me parece adecuada. Sin embargo, es una institución vigente y como tal la debo respetar mientras exista", empezó diciendo Lagos en una breve declaración. Dicha institución, creada por la Constitución pinochetista de 1980, aún vigente, se reúne, entre otras razones, cuando "algún hecho, acto o materia atente gravemente en contra de las bases de la institucionalidad o pueda comprometer la seguridad nacional". Los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Carabineros se sientan de igual a igual con los representantes del poder civil, ya que su voto tiene el mismo valor que los presidentes de la República, del Senado y de la Corte Suprema y del Contralor General.

Desde que el juez Guzmán anunció, para sorpresa de todos, el procesamiento de Pinochet, los militares empezaron a reclamar la convocatoria del Cosena, tal y como hicieron en tres ocasiones bajo el Gobierno del democristiano Eduardo Frei, mientras el ex dictador estuvo detenido en Londres. Es su manera inequívoca de presionar y de transmitir al país que cualquier acción de la justicia contra Pinochet es interpretada automáticamente como un acoso a las Fuerzas Armadas.

Los generales llegaron a amenazar con convocar por su cuenta el Cosena, lo que nunca ha ocurrido en los diez años de transición, y finalmente se acordó esperar el regreso del presidente de su viaje oficial a México. Tras un paréntesis de cuatro días, Lagos recibió el martes por la noche en el palacio de la Moneda al general Ricardo Izurieta, jefe del Ejército; al general Patricio Ríos, jefe de la Fuerza Aérea; al almirante Jorge Arancibia, jefe de la Marina, y al general Manuel Ugarte, director del Cuerpo de Carabineros. Los uniformados le reiteraron su exigencia. Hubo una breve explicación del ministro de Defensa, Mario Fernández, quien reconoció que el presidente no quedó muy convencido de los argumentos de los militares, pero adelantó que la puerta estaba abierta para una convocatoria del Cosena y que el miércoles habría una respuesta definitiva.

Lagos puso fin a las especulaciones a mediodía de ayer, cuando, después de admitir que "en las Fuerzas Armadas existe inquietud por la situación judicial que afecta al general Augusto Pinochet", anunció su decisión de convocar el Cosena, "que es la institución donde los militares expresan sus inquietudes". Pero con una precisión: "Dado que los tribunales de justicia deben fallar un recurso de amparo en relación con el general Pinochet, la citación sólo se hará una vez que dicho recurso haya terminado su completa tramitación", para que ningún miembro del poder judicial se sienta presionado. Lagos puso énfasis en que el Cosena no puede interferir en la acción del Estado, subrayó la independencia del poder judicial y aseguró que con su decisión no se vulneran principios fundamentales. Pero en un contexto de fuertes presiones a los jueces, tanto de los militares como de la derecha pinochetista, la palabra del Gobierno ha quedado en entredicho al ceder a la exigencia de los generales. Está por ver si los magistrados de la Corte de Apelaciones que a partir de hoy examinarán el recurso de la defensa serán totalmente impermeables a la decisión de Lagos.

La derecha pinochetista, que cuando hay elecciones se presenta despinochetizada, ha vuelto a sus orígenes al ofrecer pleno apoyo al general, a quien califica de "perseguido político". La única voz discordante ha sido la de Joaquín Lavín, desde ayer alcalde de Santiago y futuro aspirante a la presidencia de Chile. "En esto hay que ser muy claro. Cuando el senador Pinochet estaba en Londres nosotros dijimos que tenía que volver al país para enfrentar la justicia como cualquier chileno", dijo.

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