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La acería japonesa Nippon Steel demandará a Estados Unidos por bloquear la compra de US Steel

“El presidente Biden ha sacrificado el futuro de los trabajadores siderúrgicos estadounidenses por su propia agenda política”, indican las dos compañías

U.S. Steel
Fábrica de US Steel en Clairton, Pensilvania, en febrero de 2024.Gene J. Puskar (AP)
Miguel Jiménez

La acería japonesa Nippon Steel demandará al Gobierno de Estados Unidos tras la decisión del presidente, Joe Biden, de bloquear la operación para que adquiera US Steel, aseguraron este sábado fuentes cercanas al asunto a la agencia nipona de noticias Kyodo. La afirmación llega horas después de que ambas acerías publicaran un comunicado conjunto en el que condenaron el veto y ya anticipaban acciones legales: “Tras la decisión del presidente Biden, no nos queda más remedio que tomar todas las medidas apropiadas para proteger nuestros derechos legales”, indicaron.

Según las compañías, la decisión “refleja una clara violación del debido proceso y de la ley que rige el Comité de Inversiones Extranjeras de los Estados Unidos (CFIUS), que alertó de riesgos para la seguridad nacional, pero dejó la decisión en manos de Biden. “En lugar de atenerse a la ley, el proceso fue manipulado para hacer avanzar la agenda política del presidente Biden”, sostienen las siderúrgicas.

“Bloquear esta transacción significa negar miles de millones de inversión comprometida para prolongar la vida de las anticuadas instalaciones de US Steel y poner en peligro miles de empleos sindicales bien remunerados y que mantienen a las familias. En resumen, creemos que el presidente Biden ha sacrificado el futuro de los trabajadores siderúrgicos estadounidenses por su propia agenda política. Nos comprometemos a tomar todas las medidas necesarias para proteger nuestros derechos legales”, insistían las empresas.

El secretario de Estado de Estados Unidos, visitará Tokio entre el lunes y el martes y ahí se reunirá con su homólogo, Takeshi Iwaya. La visita forma parte de una gira de Blinken que incluye Corea del Sur y después Francia. Según el Departamento de Estado, la visita a Japón servirá para “repasar los enormes progresos que la alianza entre Estados Unidos y Japón ha realizado en los últimos años” y Blinken reafirmará la importancia de la alianza a la hora de abordar una serie de cuestiones bilaterales, regionales y mundiales. Sin embargo, el veto a la operación de Nippon Steel ha enturbiado esa relación.

“El ministro de Comercio japonés, Yoji Muto, calificó la decisión de “difícil de entender y decepcionante”, y añadió que el Gobierno japonés pedirá al de Biden que explique la decisión y elimine las preocupaciones de las empresas japonesas que invierten en Estados Unidos, según recoge Bloomberg.

Nippon Steel asegura que, con los compromisos que había asumido, la operación “reforzaría la seguridad nacional en lugar de debilitarla”. “Es evidente que el proceso del CFIUS estaba profundamente corrompido por la política, y el resultado estaba predeterminado, sin una investigación sobre el fondo, sino para satisfacer los objetivos políticos de la Casa Blanca de Biden. Resulta chocante ―y profundamente preocupante― que el Gobierno estadounidense rechace una transacción favorable a la competencia que promueve los intereses de Estados Unidos y trate a un aliado como Japón de esta manera. Desgraciadamente, envía un mensaje escalofriante a cualquier empresa con sede en un país aliado de Estados Unidos que se plantee realizar una inversión significativa en Estados Unidos”, sostiene la empresa en su comunicado conjunto con Nippon Steel.

La decisión de Biden supone un giro al proteccionismo que se aleja de la política de aperturismo sobre inversiones que ha dominado la práctica regulatoria estadounidense durante décadas y que con la llegada a la presidencia en 2017 de Donald Trump —que ya había asegurado que bloquearía la fusión una vez retorne al poder el 20 de enero— comenzó a cambiar.

El bloqueo formal de la operación, valorada en unos 14.100 millones de dólares, frustra la fusión de la cuarta mayor acería mundial por volumen de producción, Nippon Steel, con la vigésimocuarta, US Steel, que iba a crear un coloso capaz de competir con otros como ArcelorMittal o los gigantes chinos liderados por Baowu Steel.

Nippon Steel se comprometió voluntariamente a que la mayoría del futuro consejo de administración de US Steel estuviese compuesto por ciudadanos estadounidenses; a contar con tres consejeros independientes que fuesen aprobados por el CFIUS y a garantizar que los puestos clave, como los de consejero delegado y director financiero, fueran también ocupados por estadounidenses. Además, ofreció eliminar cualquier participación de Nippon Steel en las medidas comerciales propuestas por US Steel; prohibir la transferencia de activos de Nippon Steel a US Steel; prohibir la transferencia de producción y puestos de trabajo fuera de Estados Unidos; garantizar que la capacidad de producción de las instalaciones de US Steel en Pensilvania, Arkansas, Alabama, Indiana y Texas no se reducirá durante 10 años sin la aprobación del CFIUS e incluso a permitir que el CFIUS enviase un observador al consejo de administración.

Rechazo frontal

“Es mi solemne responsabilidad como presidente garantizar que, ahora y en el futuro, Estados Unidos tenga una industria siderúrgica fuerte, de propiedad y gestión nacional, que pueda seguir impulsando nuestras fuentes nacionales de fortaleza en el país y en el extranjero; y es un cumplimiento de esa responsabilidad bloquear la propiedad extranjera de esta empresa estadounidense vital”, expresaba Biden en el comunicado difundido por la Casa Blanca en que explica su decisión.

US Steel es una empresa icónica fundada en 1901 por J.P. Morgan y Andrew Carnegie. Se trata de un gigante venido a menos que llegó a tener más de 300.000 empleados a mediados del pasado siglo, pero que hoy ronda los 20.000. Tiene su sede en Pittsburgh, la capital industrial de Pensilvania, un Estado muy importante políticamente. La operación encontró pronto el rechazo no solo de Biden, sino también de los dos principales candidatos a las elecciones del pasado 5 de noviembre, la demócrata Kamala Harris, y el presidente electo, Donald Trump, que trataban de cortejar a los votantes sindicalizados de dicho Estado. El republicano había prometido vetar la operación al llegar al poder, pero Biden se le ha adelantado.

Biden argumenta en su comunicado que, “durante demasiado tiempo, las empresas siderúrgicas estadounidenses se han enfrentado a prácticas comerciales desleales, ya que las empresas extranjeras han vendido acero a precios artificialmente bajos en los mercados mundiales, lo que ha provocado la pérdida de puestos de trabajo y el cierre de fábricas en Estados Unidos”. El presidente recuerda que triplicó los aranceles sobre las importaciones de acero procedentes de China y asegura la industria siderúrgica estadounidense es la más fuerte de los últimos años.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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