Un ideal de nuestro tiempo
Una personalidad como la del madrileño José Nieto, nacido en 1942, no sólo se merece triunfos y galardones, sino que los obtiene por la singularidad y multiplicidad de su talante y sus dedicaciones. Desde que el cine irrumpió en la vida musical española se incorporaron al nuevo medio de expresión algunos ilustres sinfonistas y autores líricos de tan reconocido magisterio como Jesús Guridi, Joaquín Turina, Pablo Sorozábal, Moreno Torroba, José Muñoz Molleda, Xavier Montsalvatge, los tres Halffter, Leoz, De Pablo, Joan Guinjoan, Bernaola y García Abril, entre otros. Pero en muchos de ellos, la música cinematográfica supuso un ejercicio, mientras que en otros funcionó como un ideal y rúbrica de identidad de nuestro tiempo. Es el caso justo de José Nieto, intérprete de "jazz" y autor de una música popular con rango sinfónico según el gran modelo americano.A veces, Nieto hace discurrir sus pentagramas por los cauces del concierto, como en el dedicado a quinteto de jazz y gran formación instrumental, estrenado en 1974 por Odón Alonso y la RTVE, con un grupo protagonista hoy legendario: Bas, Iturralde, Moro, Thomas y el propio Nieto. En otras, por el contrario, es el aire espontáneo, ligero sin convencionalidad, el que accede a las bandas sonoras y hasta en muchos casos la compañía musical de las imágenes adquiere significación testimonial. Y no deja de ser representativa la colaboración de Nieto con directores de cuño intelectual si entendemos el término limpio de adherencias y prejuicios. Recordemos a "vuela memoria", Sonámbulos, de Gutiérrez Aragón; todo un ciclo de filmes con Jaime de Armiñán; El bosque animado, con José Luis Cuerda; Si te dicen que caí, con Vicente Aranda; Días contados, para Imanol Uribe o El caballero del dragón, de Fernando Colomo, antologizados por Augusto Torres.
Imágenes y movimiento, cine y danza se alían en el "ballet" Ritmos, una colaboración de gran interés con Alberto Lorca. Pero quizá lo decisivo en Pepe Nieto es su concepto de la música cinematográfica como algo consustancial que se integra en un "total" significativo por sí mismo para dejar a un lado el antiguo "celestinaje" de tantas partituras o el gestualismo ingenuo con el que el sonido musical para el cine echó a caminar.
Luchador y estudioso, Pepe Nieto defiende su "noble oficio" y lo estudia en los encuentros internacionales y cuando la palabra termina empuña la batuta para hacernos escuchar sus creaciones o las de otros maestros de la fílmica musical. Razonador e imaginativo, desde el saber y la intuición, José Nieto cuenta ya en la doble historia de nuestra pantalla -incluida la "chica" de televisión- y de la radio y, por lo mismo, de la música grabada. No se trata sólo ni preferentemente de un medio de vida, sino de algo más importante: una manera de pensar el abrazo entre el arte de las imágenes y el de los sonidos. Todo ello dentro de un perfil natural y comunicativo, desnudo de pedantería y delineado con pasión.
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