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Aragón enseña la producción de los 10 últimos años de diseño industrial

Una gran variedad de objetos se exhiben juntos por primera vez

En 1956, un ingeniero aragonés, Manuel Jalón, inventó la fregona. En el año 2000, la comunidad sigue siendo pionera en inventos, ahora englobados dentro del concepto más ampuloso de diseño industrial, y muestra su trabajo de los últimos 10 años en una exposición que permanecerá abierta en el Espacio Pignatelli hasta el 7 de enero de 2001. Es la primera vez que Aragón muestra sus diseños en una exposición.

Lo primero que sorprende cuando se accede a la muestra es la vocación universal de los diseños presentados. El Centro Aragonés de Diseño Industrial (CADI), dependiente de la Consejería de Industria, ha puesto el acento en ese punto. Porque la exposición reúne un trabajo en el que pueden verse los diseños del Opel Tigra y el Corsa -la Opel tiene factoría en Figueruelas, a pocos kilómetros de la capital-, un vagón de ferrocarril para la ciudad inglesa de Leeds de CAF, los carrozajes de Hispano Carrocera para autobuses de España y el mundo, o el primer velero de alta competición en alta mar español, diseñado en la Escuela Politécnica de la Almunia de Doña Godina para Manuel Doreste, el Codorniu. Con un presupuesto de 25 millones de pesetas, el 75% del Ministerio de Economía y el resto del Gobierno aragonés, la exposición es una forma de mostrar el trabajo de los jóvenes diseñadores que se han formado en el CADI.

El espacio al aire libre -patios y jardines- lo ocupan objetos de gran tamaño y espectacularidad; en la Sala de la Corona, los más pequeños. Lo que evidencia el recorrido es que hoy, tan importante como idear es saber crear un objeto que sea útil y además bello. La creatividad es el pilar básico de la propuesta, porque lo es del diseño industrial.

"El diseño permite utilizar el lenguaje de las formas y la imagen para identificar los productos, así como presentarlos de forma personalizada y transmitir la esencia de la empresa que lo realiza", aseguran los organizadores. No hay que dejar a un lado las cualidades estéticas, "permiten hacer los productos más atractivos y fáciles de usar: también una mejor penetración en los mercados y facilita el montaje y construcción de los objetos, así como su posterior distribución comercial y venta. Se trata de aspectos esenciales, porque el consumidor del siglo XXI exige cualidades estéticas, ergonomía y facilidad de uso, al tiempo que una construcción sencilla, duradera y fiable".

Por eso son bellas las fuentes de hierro diseñadas por Averly, una empresa centenaria de forja situada en la ciudad; las butacas de Jacinto Usan, los sillones de Intasa Luna y Bofarrul; los cabeceros de forja, una técnica recuperada, de Baiges. Están los diseños de los arquitectos aragoneses: la silla y el taburete de Miret; la silla de lectura de Tobías; el biombo porta CD de Sicilia; o las sillas de músico de Pérez Latorre, que se ven en el auditorio de la ciudad; hornos de hierro forjado, pero eléctricos, de Lackey: otra fregona, la de Araven: el lavabo rectangular y plano de Ruiz Tapiador, y objetos más prácticos, como la mesa auxiliar de cama para hospital de Camilo Belvis, las placas para inducción de hornos y lavadoras de Balay; una bella cafetera de Bretón o un set de cámping de Thermolympic.

La electrónica y las telecomunicaciones no son ajenas a la muestra: un equipo de soldadura individual de la Escuela San Valero, que ha diseñado también un nuevo modelo de antorcha olímpica, y los teléfonos de Siemens, junto a lámparas de alabastro.

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