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¿Qué hacemos con los despojos?

Desde el pasado 1 de octubre, de acuerdo con las disposiciones comunitarias, es obligada la destrucción total de los llamados MER (materiales específicos de riesgo) o las partes de todos los animales sacrificados de vacuno donde hay más riesgo de transmisión de la enfermedad de las vacas locas. Estas partes se concretaban en el cráneo, sexos y ojos, amígdalas, médula espinal y el íleon.Tras los problemas detectados en las últimas semanas, se han calificado también como MER intestinos y cabeza,así como los animales que mueran dentro de la explotación y que supone cada año aproximadamente el 1% sobre un censo de casi seis millones de cabezas.De acuerdo con estas exigencias comunitarias, el volumen de MER, o partes del vacuno que se deberían retirar anualmente del consumo, ascendería a unas 100.000 toneladas. Para la destrucción de estas carnes y subproductos, España cuenta en la actualidad con cinco plantas incineradoras en cuatro comunidades autónomas con capacidad para llevar a cabo esos trabajos. Sin embargo, hay serias dudas sobre las posibilidades actuales del sector industrial dedicado a la elaboración de harinas y grasas animales para la eliminación de más de 1,5 millones de toneladas de MER y despojos que supondría una decisión de los ministros de Agricultura comunitarios de utilizar todo tipo de harinas de carne para la alimentación animal, algo que se debe discutir mañana lunes en Bruselas.

Actualmente, los productos del vacuno calificados como MER o de riesgos para la enfermedad de las vacas locas, se incineran en las cinco plantas que funcionan en España. Las harinas o residuos obtenidos tras el proceso de incineración, una materia completamente inerte, se pretende verter en lugares adecuados dispuestos por cada comunidad autónoma. Igualmente se buscan otras salidas como sería su destino a cementeras para producir energía en los hornos industriales.

Con el discreto volumen que suponen los MER, no hay problemas para su almacenamiento y posterior destrucción. En el caso de los mataderos, se elimina de los animales sacrificados y se almacenan en cámaras frigoríficas hasta que hay un volumen suficiente como para su traslado a una de las cinco plantas incineradoras. Sin embargo, los temores y los interrogantes aumentan ante la posibilidad de que los ministros de Agricultura decidan en Bruselas la eliminación de todas las harinas de carne para la fabricación de piensos.

Ello implicaría no sólo la destrucción de los MER en los vacunos con edades inferiores a los 30 meses, sino también los animales sospechosos, probablemente los animales superiores a esa edad y todos los despojos del resto de los animales para la fabricación de harinas. En ese caso, España se encontraría con un volumen anual de 1,5 millones de toneladas que sería necesario transformar y, en su mayor parte, destruir.

En medios de la Administación se reconocen las dificultades de poner en marcha un plan logísitico para la retirada de los despojos, y en su caso de los animales que haya enfermos en cada explotación. Actualmente está solamente en proyecto establecer un sistema de recogida que no es obra de un día, y que se considera puede suponer inversiones en conjunto superiores a los 15.000 millones de pesetas.

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