Fallece Leandro Silva, maestro de los paisajistas españoles
Las cenizas quedarán en su jardín de Segovia
Leandro Silva Delgado, considerado como el maestro de los actuales paisajistas españoles, falleció ayer en Segovia cuando estaba a punto de cumplir los 70 años. Autor de proyectos como la restauración del Real Jardín Botánico de Madrid para adaptarlo al estilo de Carlos III, pintor y grabador, cuando este artista hablaba de su trabajo insistía en que "el diseño de un jardín no es un problema de plantas o de arbustos, sino de sensibilidad". Sus cenizas serán esparcidas en el jardín que tenía cerca del alcázar segoviano.
Su vida fue un constante ajetreo por América y Europa, con cientos de exposiciones y numerosos premios, hasta que recaló en España y encontró un retiro en el barrio segoviano de San Marcos, en la ribera del Eresma, a los pies del alcázar, donde tenía un jardín con una gran cantidad de especies botánicas.En este entorno, por donde serán esparcidas sus cenizas en las próximas horas, reunía a sus alumnos en cursos y seminarios, siempre por primavera y otoño, dos épocas especiales para las plantas, la de la vida y la de la muerte. Sus restos mortales serán incinerados hoy en el tanatorio Parque El Salvador, de Valladolid, mientras que el sábado, a las 13.00, se celebrará un funeral en Segovia, en la parroquia de San Marcos, muy cerca de donde vivió de manera permanente en los últimos cinco años.
Hombre bueno y gran conversador, que formaba una entrañable pareja junto a su esposa, Julia Elena Casaravilla, algunos de sus alumnos reconocían ayer que Leandro Silva fue el iniciador de los estudios de paisaje en España, a finales de la década de los sesenta, llegando a ser profesor de Historia de los Jardines y de Proyecto de la primera promoción de la Escuela de Batres de Jardinería y Paisajismo, entre 1973 y 1976. También participó como invitado en los masters de paisajismo y en la asignatura de la Historia del Jardín, en la Escuela de Arquitectura de Madrid, en las clases de Carmen Añón y Ángela Souto.
Con varias personas que sienten gran pasión por esta especialidad, creó la Asociación de Amigos de los Jardines y el Paisaje, que presidía, reuniéndose en entretenidas tertulias, el último miércoles de cada mes, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Había nacido en Salto (Uruguay), el 28 de noviembre de 1930, donde estudió pintura con José Cúneo, para ingresar en la Facultad de Arquitectura de Montevideo, en 1952. Pero su definitiva orientación por el paisajismo la encontró en Brasil, cuando viajó para asistir a la III Bienal de São Paulo, donde conoció al que sería su maestro, Roberto Burle Marx. Residía en Europa desde 1961, fecha en la que ingresó en la Escuela Superior de Paisaje de Versalles, de la que también fue profesor.
Diseños para invidentes
Apasionado por la recuperación de ciertas formas de la composición y el diseño de la jardinería hispano-árabe, Leandro Silva trabajó en interesantes proyectos de investigación como el diseño de jardines para invidentes, por encargo de la Asociación de Ciegos de Montevideo. Él entendía que la privación de la vista podía ser sustituida por elementos fundamentales como la textura de los suelos y del follaje, el perfume de las plantas, el sonido de los árboles movidos por el aire y del agua de los surtidores o el cántico de los pájaros. Asimismo trabajó en espacios especiales para ancianos o niños deficientes.Hasta la llegada de la democracia no pudo desarrollar un proyecto en su país natal, donde proyectó el Jardín del Descubrimiento, en el que se recogieron todas las plantas que llegaron al Río de la Plata en época colonial.
Entre otros proyectos, trabajó en el diseño de la plaza de Gregorio Marañón en la Ciudad Universitaria de Madrid; en el entorno de un monumento de Pablo Serrano en la plaza de Pérez Galdós, en Las Palmas de Gran Canaria, y en el Jardín del Agua, en Palma de Mallorca, con esculturas de Henry Moore.
El pasado mes de mayo, Silva explicó en un seminario de la Asociación Española de Paisajistas su intervención en el Jardín Botánico de Madrid, con la recuperación de las trazas originales en las terrazas y fontines.
Babelia
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