Una manera de entender la vida
Acudí a Leandro Silva hace 10 años para pedirle consejo sobre cómo hacerme paisajista. Recuerdo aquella tarde de verano con nitidez, sentados en su jardín de Segovia, rodeados por el jugoso verde de los árboles y el melodioso cantar de los pájaros. En aquel entonces me aconsejó que, si tenía la posibilidad, me fuera a estudiar a Estados Unidos, en donde la profesión tiene mayor arraigo y donde las escuelas de paisajismo gozan de gran prestigio. Así lo hice. Este momento para mí fue el principio de una catarsis en mi vida, ya que el paisajismo no es una simple profesión, sino una manera de entender la vida, como ha demostrado Leandro a través de su dilatada carrera.Al llegar a España a finales de los años setenta, tras su paso por la Escuela de Paisajismo de Versailles en Francia, encontró un verdadero desierto profesional, ya que se desconocía absolutamente la función de un paisajista. A pesar de las dificultades, estableció su estudio profesional en Madrid y colaboró con muchos arquitectos de prestigio que han disfrutado colaborando con él a lo largo de los años. No puedo dejar de mencionar su faceta de artista y sus delicados dibujos o la amistad que le unía a muchos artistas plásticos.
Quizás uno de sus más importantes logros fue evitar que el abandonado Real Jardín Botánico de Madrid se convirtiera en un simple parque municipal más. Dirigió las obras de restauración con maestría, descubriendo lo que había quedado sepultado por la vegetación y, con talento y respeto, reinventando lo que se había perdido con el tiempo. Como yo, muchos jóvenes paisajistas hemos visto en Leandro un referente, alguien que definió la palabra paisajista en un país donde se desconocía su significado.
Susana Canogar es paisajista y vicepresidenta de la Asociación Española de Paisajistas.
Babelia
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