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52ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE FRANCFORT

Madrid, propuesta para capital mundial del libro en 2001

Precio fijo

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El comité ejecutivo de la Asociación Internacional de Editores propondrá y aprobará mañana, casi con toda seguridad, la elección de Madrid como capital mundial del libro en 2001. La decisión de elegir una ciudad en la que se centralicen las reuniones y actividades de esta asociación, en la que están representados 68 países, es una de las primeras medidas adoptadas por la directiva que dirige el español Pere Vicens.La asociación, como tal, no puede adoptar una posición uniforme respecto a la política de precio fijo del libro, ya que hay muchos países integrados en este organismo que tienen sistemas de precios libres. "Pero, en general, estamos a favor del precio fijo", afirmó ayer Ana María Cabanellas, presidenta del Grupo Interamericano de Editores y vicepresidenta de la Asociación Internacional de Editores. "Es muy importante que en España se mantenga el precio fijo, pues es un referente para nosotros. Precisamente, en Argentina está pendiente de aprobación un proyecto de ley, que será la herramienta para la salvación de las librerías".

La decisión del Gobierno español de aprobar la liberalización de los precios de los libros de texto no ha sido bien vista por muchos editores latinoamericanos que están luchando por lo contrario, por la regulación del precio fijo de los libros. En la controversia entre librerías e hipermercados, Cabanellas afirmó que "el que va a sufrir al final será el consumidor, pues los precios de los libros se encarecerán. Los editores pequeños no podrán llevar sus libros a los supermercados". La vicepresidenta de la asociación opina que hay que defender a las librerías.El sábado se aprobarán las conclusiones del 26º Congreso de la Asociación Internacional de Editores, celebrado el pasado mes de mayo en Buenos Aires. Una de sus recomendaciones es el mantenimiento del precio fijo de los libros en los países en que haya establecido este sistema "como el más apropiado instrumento para mantener el mercado de librerías, la pluralidad cultural y la competitividad entre los editores".

Otra de las grandes preocupaciones de los editores españoles y de sus colegas de la Asociación Internacional es que la Unesco haga urgentemente una nueva definición del libro. "La actual", dijo Cabanellas, "se basa en parámetros antiguos que consideran el libro sólo en el soporte papel" y aun así con limitaciones. "Hay que tener en cuenta los libros hablados, los digitalizados, los que aparecen en CD, en DVD, en vídeo, los electrónicos". "Esta definición obsoleta nos perjudica gravemente incluso en los trámites aduaneros", afirmó Cabanellas.

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