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Una vaca de Iowa gesta un buey de Indonesia de una raza casi extinguida

La 'madre de alquiler' dará a luz en noviembre

Antes de Celia está Bessie, una vaca lechera de Iowa (EE UU) que se va a convertir en el primer animal que alquila su útero para la clonación de otra especie. Los científicos esperan con ansiedad el momento en el que del vientre de Bessie, preñada hace ocho meses, salga un buey salvaje de Indonesia que se encuentra en peligro de extinción. Este último experimento con técnicas de clonación es el que permite "crear" embriones a partir de células tomadas de un animal -vivo o muerto- para que crezcan en el útero de otro animal diferente, algo que se acerca peligrosamente al argumento de la película Parque Jurásico. El experimento de Bessie, que se detallará esta semana en las publicaciones Cloning y Scientific American, se inició a partir de casi 700 células de tejido extraídas de un ejemplar muy específico de buey salvaje, concretamente una especie asiática en peligro de extinción. El animal acababa de morir, pero el material genético estaba perfectamente conservado. Las células se combinaron con óvulos de vaca a los que se les habían extraído sus propios genes. De esta manera surgieron embriones genéticamente idénticos al buey original.

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Cuando los embriones se habían desarrollado lo suficiente, se seleccionaron 32 y se implantaron en otras tantas vacas; sólo ocho de ellas acabaron preñadas. Dos de los fetos fueron extraídos para analizarlos, otros cinco se perdieron en diferentes etapas de la gestación y el último, llamado Noah, se desarrolla sin complicaciones en el interior de Bessie. Nacerá a finales de noviembre.

La técnica, llevada a su último extremo, permitiría la resurrección de cualquier especie desaparecida. De momento sólo parece posible la clonación de animales vivos o recientemente desaparecidos, siempre que las células que contienen el ADN se hayan conservado correctamente.

Robert Lanza asegura que las probabilidades de clonar dinosaurios y otras especies legendarias "es prácticamente nula porque los biólogos moleculares no podemos llenar los huecos de la información genética que falta", aunque reconoce que puede haber avances en el futuro.

Una de esas posibilidades roza también el terreno de la ciencia-ficción: el año pasado una expedición científica recuperó un mamut de 20.000 años de antigüedad, conservado perfectamente en un bloque de hielo en Siberia. Si su material genético estuviera suficientemente preservado por el frío, la empresa ACT podría resucitar esa especie en el útero de uno de sus primos lejanos, el elefante.

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