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"No es el fin del mundo"

"No es el fin del mundo, no se ha muerto nadie", declaró el ex dictador Augusto Pinochet tras conocer en directo por la televisión chilena el fallo del Tribunal Supremo, que el martes confirmó, por 14 votos a favor y seis en contra, la pérdida de su inmunidad parlamentaria, según informaron fuentes de su familia.Jacqueline, hija del ex general, aseguró que su padre se encuentra bien, "con la conciencia tranquila" y consciente de que podrá demostrar su inocencia en los cargos que se le imputan. "Mi padre está dispuesto a demostrar su inocencia a costa de su vida", señaló. La hija insistió en que Pinochet está "entero, pero afectado, porque es una cosa absolutamente injusta". Según las versiones periodísticas, después de conocer el fallo, Pinochet mostró un creciente desencanto y reiteró a sus visitantes que el desafuero era una farsa política, que es inocente y está dispuesto a luchar hasta el final.

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El propio Pinochet salió en la noche del martes al balcón de su casa para saludar a una cincuentena de seguidores concentrados en la calle. Aunque sonreía, el ex general se movía con dificultad, apoyado en un bastón; lucía un grueso abrigo oscuro y una bufanda le envolvía el cuello. Saludó con el brazo, pero evitó realizar cualquier declaración. "¡Dios salve a Pinochet!", "¡Pinochet, bienvenido a Chile!", "¡Pinochet, estamos contigo!", "¡Viva Chile, Pinochet!", "¡Y que fue y que fue, aquí estamos, Pinochet!", fueron algunos de los gritos lanzados por estos manifestantes, que portaban retratos del general de 84 años.

Los partidarios de Pinochet -mujeres y adolescentes sobre todo-, sobrepasaron una barrera de seguridad para llegar hasta la misma residencia del ex gobernante en un barrio santiaguino, mientras otro grupo quemaba una bandera roja con la leyenda "Lagos, Chile mucho mejor", que recordaba la campaña del actual presidente socialista, Ricardo Lagos, que lo llevó al poder.

Ayer, rodeado de la plana mayor de los dos partidos de la derecha chilena y de su mujer Lucía Hiriart, Pinochet, ya sin abrigo, volvió a asomarse al balcón.

Mientras, sus detractores, celebraron el fallo judicial con una marcha-fiesta al estadio Nacional de Santiago, lugar en el que la dictadura concentró a los primeros detenidos tras el golpe del 11 de septiembre de 1973, y en el que fue asesinado, entre otros, el cantautor Víctor Jara, a quien le amputaron las manos.

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