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CITA EN OKINAWA

El G-8 mundializa la revolución digital

Los países más industrializados se proponen cerrar la brecha tecnológica con el Tercer Mundo

ENVIADO ESPECIAL. El Grupo de los Ocho (G-8) -Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia y Rusia- acordó ayer universalizar la llamada tecnología de la información y contribuir a su rápida penetración en el Tercer Mundo. Los países del G-8, que hoy concluirá su cumbre anual, celebrada en la isla meridional japonesa de Okinawa, ensalzaron los beneficios que esa revolución supone para la economía mundial, pero también los peligros de que ensanche la brecha entre pobres y ricos.

Los líderes del grupo suscribieron la Carta de Okinawa sobre la Sociedad Global de la Información donde se regulan principios y compromisos para el acceso de todos a la revolución de Internet. "Debemos asegurar que sirva al crecimiento económico sostenible, al bienestar social y la cohesión social, a fortalecer la democracia, promover los derechos humanos, resaltar la diversidad cultural, así como a la paz y la estabilidad internacionales", dice el documento.

La iniciativa fue lanzada por Japón como anfitrión de esta cumbre. Según las últimas estadísticas, el número de usuarios de Internet en el mundo se ha casi duplicado en un año, de 179 millones al final de junio de 1999 a 332 millones 12 meses después. Sin embargo, en los países más atrasados su presencia es mínima. El 90% de internautas existentes en el mundo proceden de los países más desarrollados.

El Gobierno japonés ha anunciado un paquete de 15.000 millones de dólares para financiar en cinco años la propagación de Internet en los países en vías de desarrollo. El paquete ha sido duramente criticado por organizaciones no gubernamentales internacionales, que consideran que en el fondo esconde subvenciones para la industria informática nipona.

El G-8 creará un grupo de trabajo, bautizado como grupo de trabajo sobre la Oportunidad Digital (DOT, en sus siglas inglesas), que deberá preparar para la cumbre del año que viene, en Génova, un informe que concrete pasos para desarrollar políticas y regulaciones sobre la tecnología digital, rebajar costes e incrementar esfuerzos para la educación de los usuarios. La Carta defiende la apertura de mercados que facilite la propagación de la tecnología de la información, la protección de los derechos de propiedad intelectual, la proliferación del comercio electrónico sin eliminar cargas impositivas, la protección de datos y la defensa de una mayor coordinación en la lucha contra el delito cibernético.

Los ocho grandes discutieron también ayer la lucha contra las tres enfermedades mortales más extendidas en el mundo: sida, malaria y tuberculosis, y sobre cómo atacar el problema. Japón dijo que destinará 3.000 millones de dólares a la batalla y desea organizar un foro internacional antes de fin de año.

El movimiento Jubileo 2000, la ONG más activa durante esta cumbre, calificó de "indignante y cínica" la actitud japonesa así como la de todos los demás países ricos. "El G-7 en vez de avanzar ha retrocedido en sus promesas", opinó una portavoz de esta organización al referirse a las escasas novedades aportadas por los grandes respecto a la promesa de condonar 100.000 millones de dólares la deuda externa de las naciones más atrasadas. Desde Nueva York, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, confesó estar "decepcionado" por los escasos resultados de Okinawa al tiempo que franceses y británicos intentaban anoche redactar algún párrafo más atrevido que pueda incluirse en la declaración final que hoy será aprobada por el G-8. Jubileo 2000 organizó anoche una marcha en protesta por las tímidas propuestas sugeridas por los estadístas para aliviar la deuda externa de los países más pobres y desahogaron sus iras quemando un ordenador portátil como repudio al plan de extender la revolución digital al Tercer Mundo.

Yoshiro Mori no se achantó. Un portavoz oficial nipón recordó que en vísperas de la cumbre el primer ministro se reunió con representantes de Jubileo 2000 y otras ONGs. Además, subrayó que Tokio ha propuesto la creación de un fondo de Naciones Unidas para financiar las actividades de estas organizaciones no lucrativas.

El dilema de los transgénicos

Europa y EE UU continúan divididos sobre el desarrollo de los alimentos transgénicos. Los sherpas, colaboradores de los líderes del G-8, trataban anoche de reescribir un párrafo ambiguo y diplomático que satisfaga a todos y no comprometa a nadie. También buscaban rebajar el entusiasmo de Japón, que defiende que en el comunicado final de la cumbre se afirme la voluntad de celebrar antes de fin de año el encuentro mundial para la liberación del comercio.Respecto a los transgénicos, la UE, aunque reconoce las ventajas de estos alimentos, considera necesarias las restricciones a su producción por los riesgos que comportan. En cambio, EE UU apuesta por la liberalización completa, a menos que haya pruebas científicas en contra.

Sobre la ronda mundial de la Organización Mundial del Comercio, (OMC), el primer ministro japonés, Yoshiro Mori, defendió la tesis compartida por muchos países de la Unión Europea de reimpulsar cuanto antes la fracasada cumbre de Seattle y presionó para que se aceptase su inicio antes de fin de año. Esto parece improbable; hasta que no concluya el calendario electoral norteamericano, en noviembre, no se podría empezar a trabajar.

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