"Nada que afecte al ser vivo es en principio patentable"
Hay que evitar el miedo a las innovaciones tecnológicas e intentar que la información sobre ellas no esté sesgada. Así lo afirma la catedrática de Ética Victoria Camps. Y resalta la paradoja de que en plena sociedad del conocimiento se acceda a éste "de una forma muy mala, negativa y defectuosa". Camps acaba de dirigir el curso Genética, ética y política junto al catedrático de Biología Celular Josep Egozcue, patrocinado por la Fundación Víctor Grífols i Lucas para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. Pregunta. ¿Hasta qué punto tiene alguien derecho a dejar de informar a su pareja o a sus descendientes de sus enfermedades o tendencias hereditarias?
Respuesta. Depende del caso. Hay, por ejemplo, enfermedades degenerativas que pueden tener un diagnóstico precoz pero que se desarrollan tarde en la vida. Hay que pensar en qué medida es saludable informar de una patología cuyas posibilidades de prevención son mínimas o nulas. La información es buena en los casos en los que sirve para algo.
P. ¿Habrá control genético?
R. El conocimiento de los genes nos habla en la mayoría de los casos de predisposiciones a cosas tan diversas como desarrollar un determinado cáncer, ser anoréxica o tener mal carácter. Esto puede llegar a discriminar a las personas a la hora de contratarlas para un trabajo. Por supuesto, sería injusto.
P. Entonces habría que informar a los interesados, pero sólo a ellos.
R. Es cierto que la información mal entendida puede ser la base de una discriminación. A efectos de compañías de seguros y, sobre todo, de contrataciones laborales, por ejemplo, que pensamos ahora que pueden ser fuente de discriminación por este motivo, la información genética es injusta. El derecho a conocer la información genética lo tiene sólo la persona.
P. El que la investigación esté en manos privadas puede condicionar quiénes serán los futuros beneficiarios de estas investigaciones. ¿Cómo ve esto desde el punto de vista ético?
R. Cuidar a los más desprotegidos debería ser el fin de la investigación biotecnológica pública, como lo es de la sanidad pública.
P. ¿Obligarán estos avances a revisar el papel del médico?
R. Sin duda. Estamos en un nuevo paradigma de la medicina, tanto de concepción de la medicina misma como de la relación médico-paciente y de la concepción del paciente, que ya no es un ser pasivo, sino que pide muchos datos. Cambia además el papel del médico también desde el punto de vista de la formación, del consentimiento por parte del paciente y la forma como se protegen las historias clínicas.
P. ¿Se pueden patentar seres vivos?
R. Nada que afecte al ser vivo es en principio patentable. Ahora bien, esa afirmación es interpretable y por ahí pueden colarse las autorizaciones de patentes.
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