Santiago reúne en una exposición siete siglos de arte laico árabe
Cinco países aportan un centenar de objetos
Compostela ha querido abrir su festival Millenium, el programa estrella de la capitalidad europea de la cultura, con una exposición de arte árabe, tal vez para corroborar que la leyenda de Santiago matamoros es sólo una reliquia de la historia. Memorias del imperio árabe reúne un centenar de piezas laicas de museos de toda Europa que abarcan, desde los siglos VIII al XV, los momentos de mayor esplendor de la dominación musulmana.
Fanatismo
El imperio árabe se extiende por el Mediterráneo sur y un área geográfica comprendida entre la península Ibérica y Siria. La mayor parte de las piezas tienen un carácter exclusivamente laico, ya que ha sido voluntad de la comisaria de la exposición, Sophie Makariou, conservadora jefe del Museo del Louvre, subrayar que también existe una cultura árabe desligada de la religión.Makariou recuerda la ominosa simbología de intolerancia representada por el patrón de la ciudad que acoge la muestra, desde ayer hasta el 27 de septiembre, en las salas del Auditorio de Galicia. "Me gusta mucho esta coincidencia", afirma la comisaria; "en todo caso, ésta es la primera vez que se hace en España una exposición de estas dimensiones sobre arte árabe que no está centrada exclusivamente en Al-Andalus. Creo que es un error enfocar este tipo de exposiciones desde un punto de vista nacional. Primero, porque en la época de la dominación musulmana España no existía, y segundo, porque es imposible entender la cultura de Al-Andalus sin relacionarla con lo que se estaba haciendo en el resto del mundo árabe".
Las piezas reunidas para la ocasión provienen de cinco países europeos: España, Francia, Alemania, Reino Unido y Grecia. Se trata, en su mayoría, de objetos artesanales y, por lo general, con una función decorativa, como cerámica ilustrada, vidrio esmaltado, frisos, telas y manuscritos.
Algunos muestran toda la suntuosidad del gusto árabe (bronces con incrustaciones de oro y plata, lujosos lazos dorados, monedas, joyas deslumbrantes) y permiten adivinar el grado de desarrollo que había alcanzado la tecnología entre los árabes en los años de mayor esplendor de su imperio.¿Por qué arte árabe y no musulmán, un término, este último, más amplio? Makariou ha sido tan minuciosa para evitar las referencias al islamismo que incluso ha excluido del ámbito de la muestra a Persia, cuya población no es de etnia árabe, aunque abrazara mayoritariamente la religión de Mahoma.
La comisaria ha actuado así con la voluntad deliberada de romper la imagen del mundo árabe que ofrecen en la actualidad algunos países transidos de intolerancia y fanatismo religioso. "Las cosas no fueron siempre como ahora; en la época de esplendor del califato, la institución clave del imperio árabe, había una sociedad civil muy importante y no hay más que leer las crónicas de los historiadores para darse cuenta de que gran parte de las actividades de la vida se desarrollaban al margen de la religión. Hay que tener en cuenta que estamos hablando del periodo histórico en el que los árabes alcanzaron mayor éxito, de su verdadera edad de oro. Hoy en día, sin embargo, los árabes han perdido el orgullo de su cultura y el sentido de la historia, de ahí que algunos se refugien en el fanatismo religioso".
La exposición es una buena ocasión para refrescar la memoria sobre los avatares del imperio que se extendió por todo el Mediterráneo a partir de las conquistas de las tribus de la península Arábiga entre las que Mahoma predicó su doctrina en el siglo VII. La muestra comienza con un apunte de cómo eran los árabes antes del islamismo y termina -"de un modo un tanto romántico", dice la comisaria - con la caída del reino de Granada. Hay piezas de casi todas las dinastías: omeyas, abasíes, fatimíes, tuluníes, mamelucos, almorávides, almohades. La única omisión es la de los califatos omeyas de España, ya que sobre ese periodo se presentará en septiembre en París una muestra, en cuyo comité científico participa Makariou. A pesar de la variedad de épocas y de procedencias geográficas, la cultura árabe mantiene rasgos estéticos comunes: "Hay una poesía que lo impregna todo y un sentido del heroísmo y del coraje muy especial".
Babelia
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