El genoma no es patentable
El genoma no es patentable. Así lo creen la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEMP) y la Oficina Europea de Patentes (OEP), con sede en Múnich. "Los descubrimientos de componentes de la vida no pueden patentarse; sus aplicaciones prácticas, sí", dice el director general de la OEMP, José López Calvo. De hecho, las noticias más recientes sobre el registro de la propiedad de genes no se referían a la secuencia concreta de bases (las letras químicas que componen el ADN), sino a tecnologías para su obtención o su utilización.López Calvo recuerda que en España "nunca ha habido una petición" directa de patentar una parte del genoma, y que en Europa "nunca se han patentado estos descubrimientos". No se puede obtener la exclusividad ni de un gen por separado, ni del genoma completo. Lo que se puede proteger es "la técnica para aislarlo y producirlo artificialmente, y determinadas aplicaciones industriales".
Antecedentes en EEUU
Tampoco parece que Estados Unidos vaya a conceder nuevas licencias sobre el código genético humano, aunque en este país sí existan antecedentes de unas 700 patentes concedidas sobre genes. Entre ellos figura un gen que podría servir para la lucha contra el sida y cuya licencia fue concedida a la polémica Human Genome Sciences, una empresa especializada en patentar genes con aplicaciones médicas. "Pero la oficina norteamericana de patentes está volviéndose atrás, y se está acercando a los criterios de la europea", señala López Calvo.
Incluso en el caso de que PE Celera Genomics consiguiera una patente en algún país, la validez de la licencia nunca se ampliaría al resto del mundo de forma automática. El motivo: nadie las concede universalmente. Ni siquiera la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), un organismo que, pese a depender de la ONU y agrupar a unos 102 países que se han acogido al Tratado de Cooperación sobre el Sistema de Patentes (PCT en sus siglas en inglés), sólo puede actuar de árbitro y dar recomendaciones. Es más, aunque la OMPI sirva para agilizar el trámite de una patente, actuando como una especie de ventanilla única para los países asociados, su campo de acción queda limitado por el hecho insoslayable de que la licencia tiene que ser concedida al final por cada país.
Más efectiva es la Oficina Europea de Patentes (OEP), que agrupa a los 15 miembros de la UE más Liechtenstein, Chipre, Mónaco y Suiza. Lo que decide la OEP no necesita ningún tipo de refrendo en los países miembros. Pero su postura es claramente contraria a las licencias de genes. En este laberinto de organizaciones ha surgido con fuerza la idea de crear una oficina mundial que evite repetir los trámites país por país. El proyecto lleva años rondando la cabeza de los gestores de la propiedad intelectual en el mundo, pero "por lo menos le quedan 30 años", señala el secretario general de la OMPI.
Esta generalización de las patentes permitiría centralizar y, por tanto, reforzar la oposición a que una empresa obtenga la exclusividad sobre un componente natural. La presión de países u organismos internacionales podría obligar a su poseedor a conceder "licencias obligatorias", indica el director de la OEPM.
Aunque en principio no se puede obligar a ninguna firma, los organismos internacionales están estudiando cómo compaginar la salvaguarda de los intereses de las empresas con los objetivos humanitarios. Ése sería, por ejemplo, el caso de una vacuna contra el sida. "Cada vez es más difícil que la comunidad internacional permita que un descubrimiento así no se comparta", añade López Calvo . También se podría presionar para que la empresa renunciase a sus derechos en determinados casos, como ha ocurrido recientemente con las farmacéuticas que fabrican drogas contra el sida, a las que se ha convencido para que abaraten sus precios en África.
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