Escepticismo en la isla
El Gobierno cubano ve con buenos ojos, pero con escepticismo, el intento de empresarios y políticos norteamericanos de flexibilizar el embargo, en lo que a la venta de alimentos y medicinas se refiere. Pero aun suponiendo que la iniciativa prosperase, ha advertido recientemente Fidel Castro, "sería casi imposible de llevar a la práctica debido a la cantidad de obstáculos que impone el bloqueo". Éstos van desde las limitaciones que existen para el transporte de mercancías -en virtud de la Ley Torricelli, un barco de cualquier bandera que toque puerto cubano no puede entrar a EE UU en un plazo de seis meses-, hasta la imposibilidad de hacer transferencias directas entre bancos cubanos y norteamericanos o de conseguir avales bancarios en EE UU, y eso sin contar que Cuba no puede utilizar el dólar en sus transacciones comerciales, asegura Esteban Morales, investigador del Centro de Estudios sobre EE UU de la Universidad de La Habana.
"El problema mayor", dice Morales, "es que en una situación como la de Cuba, con una economía que empieza a recuperarse después de una crisis severa, no es realista hablar de comercio en una sola dirección. Cuba tendría también que poder vender en EE UU, y sin duda hay mercancías, como el tabaco, el ron o incluso vacunas y productos biotecnológicos, que interesan en ese mercado".
Pese a todas las dificultades, cada vez son más las asociaciones de empresarios que visitan la isla, al igual que los viajes de congresistas y senadores norteamericanos se han multiplicado (en lo que va de año, más de 30 representantes de EE UU han estado en Cuba).
"Es interesante que haya gente buscando acabar con el bloqueo"', declaró Castro la semana pasada tras recibir a un grupo de 60 hombres de negocios que visitaron la isla con el objeto de sondear futuras oportunidades de negocio. No eran empresarios de tercera. Había altos ejecutivos de Pepsi-Cola, de la compañía Caterpillar y administradores del puerto de Houston. Algunos le preguntaron al líder comunista cómo veía la iniciativa que se discute en el Congreso norteamericano. "Algo inicial y necesario para continuar con lo único correcto: la eliminación del bloqueo, que en EE UU llaman embargo, pero que es mucho más, es una guerra económica", respondió Castro.
Se calcula que Cuba podría comprar en EE UU unos 800 millones de dólares anuales en medicinas y alimentos. Pero La Habana cree que mientras siga el embargo los beneficios que obtendría Cuba y la empresa norteamericana, de aprobarse esa medida, serían limitados.
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