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59ª Edición de la Feria del Libro de Madrid

Los niños se hacen los dueños de la feria Alrededor de medio millón de visitantes desbordaron literalmente el Retiro madrileño

La opinión general de que el segundo fin de semana de la feria es el mejor, quedará probablemente erradicada después de la intensa y divertida invasión que se ha vivido este sábado y domingo. Ha habido un montón de horas punta; por ejemplo, el sábado, entre las siete y las diez de la noche, y ayer, entre las 12 y las 14.30 no se podía dar un paso. Por la tarde se repitió la avalancha.Papás con niños, abuelos con nietos, tíos con sobrinos, niños con niños fueron quienes más se divirtieron. El pabellón infantil, 900 metros cuadrados, fue su reino: una enorme sala con estanterías llenas de libros y bancos para sentarse a leer; un taller filatélico para aprender (cómo iniciar una colección de sellos o cómo se lavan los sellos) y, sobre todo, para divertirse: montar un rompecabezas con diferentes sellos, fotografiarse dentro de un sello de Carpanta y el Capitán Trueno o, y había cola para hacerlo, matasellar un sello enorme de Mortadelo y Filemón.

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Tu amigo iMac

La casa Apple ha instalado en el pabellón infantil 18 ordenadores iMac, que tuvieron ayer mucho éxito. Los chicos se los disputaban y había cuatro o cinco por cada equipo. Pueden aprender a navegar por Internet, conocer las posibilidades que la red ofrece en la educación; utilizar juegos educativos para el aprendizaje de matemáticas, geografía, lenguaje, música o idiomas, e, incluso, hacer sus propias películas de vídeo digital.

El paraíso Lego estaba también abarrotado. Los críos están construyendo una réplica de la Puerta de Alcalá de más de tres metros de altura con más de 700.000 ladrillos lego. Con la ayuda de monitores.

Construyen también pequeños futbolines, con los que luego juegan, y todo tipo de coches, muñecos, etcétera. Además, quien mejor lo hace se lleva un premio. Junto al pabellón, en un enorme camión de Lego, se puede visitar una exposición de juguetes fabricados con pequeñas piezas, desde las naves de La guerra de las galaxias a los más sofisticados vehículos que, activados por un ordenador, entran en movimiento. Para sorpresa de muchas, hay un apartado dedicado especialmente a las niñas: muñecas tipo Barbie, ninfas, princesas, brujas.

Muchas niñas dijeron que preferían las naves de las galaxias a las muñecas.

"Hola, ¿cómo estás?"

Más de un crío se llevó ayer un susto al entrar en la carpa de Madritel. Alguién les hablaba. "Hola, ¿cómo estás?". Pero ¿quién era? ¿Era posible que la simpática señorita que aparecía en la pantalla de un televisor se dirigiera a ellos? Eso era. Daba la bienvenida y charlaba a través de la pantalla con los visitantes. La red de fibra óptica de Madritel permite organizar videoconferencias con diferentes escritores. Está previsto que dialoguen a través de la pantalla Soledad Puértolas, Luis Antonio de Villena, Ana María Matute, Francisco Umbral o Ignacio Padilla.

Antonio Albarrán, director adjunto de la Feria del Libro de Madrid, dijo que confía en que en un futuro próximo puedan conectarse por este sistema con otras ferias que se celebran al mismo tiempo en España, como la de Gijón o la de Barcelona.

En la carpa de Madritel se puede experimentar el acceso a Internet de alta velocidad, a la televisión digital o transmitir imagen y voz a través de PC. A lo largo de la feria acudirán a la carpa de Madritel escritores, periodistas, políticos y gentes de la cultura para hablar de libros.

Como ocurrió el sábado, la asistencia de escritores fue masiva. Las casetas en que firmaban Javier Marías, Alfredo di Stéfano, Ana María Matute, Terenci Moix y Noah Gordon contaron con notables colas. Según Ediciones B, Gordon firmó 240 ejemplares en dos horas. Las mismas fuentes afirman que el escritor ha vendido más de 200.000 ejemplares de El último judío desde que apareció en España el pasado mes de octubre.

Los que están a favor de los libros y en contra de las firmas se debieron llevar ayer una grata sorpresa: muchas casetas, como la de la librería Miguel Hernández, sin escritor firmando, tenían tanto público que era casi imposible acercarse a ellas.

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