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Estados Unidos autoriza el etiquetado de los alimentos libres de transgénicos

Washington impondrá a las empresas un sistema para probar la seguridad de sus productos

El Gobierno norteamericano anunció ayer una serie de medidas para garantizar la seguridad de los alimentos modificados genéticamente. El plan que la Casa Blanca proyecta aplicar en los próximos seis meses obliga a las empresas biotecnológicas a seguir un procedimiento homologado para solicitar la autorización de sus nuevos productos, y a hacer públicos sus datos. Los productores que lo deseen podrán etiquetar sus productos como "libres de transgénicos" si siguen procedimientos prefijados por la Administración para garantizar la veracidad de esa calificación.

La serie de medidas anunciadas ayer por Neal Lane, el asesor en temas científicos del presidente Bill Clinton, trata ante todo de clarificar el debate sobre productos transgénicos en Estados Unidos, aunque no impone la normativa más estricta que desean los grupos ecologistas y otros opositores a la biotecnología. "Es importante que el pueblo nortamericano entienda que esta tecnología comporta muchas promesas para el futuro", dijo Lane. El sector alimentario norteamericano está detrás de esta iniciativa, después de que hace unos meses pidiera ayuda a la Administración Clinton para calmar los ánimos entre los consumidores.El plan de la Casa Blanca tiene tres vertientes: obliga a las empresas norteamericanas a entregar a la Food and Drug Administration (FDA), el principal órgano federal en este sector, informes detallados sobre el producto transgénico que quieran comercializar, con cuatro meses de antelación; crea un mecanismo regulador por el cual los productos que lo deseen podrán recibir la calificación de "no alterados genéticamente"; y establece que el Departamento de Agricultura participará en la elaboración de las pruebas científicas que determinen la presencia de elementos transgénicos en un alimento.

La iniciativa es más severa que la normativa actual, que aconseja pero no obliga a los fabricantes a presentar este tipo información. Sin embargo, el plan no especifica qué tipo de datos deben ser presentados. El Consejo de Calidad del Medio Ambiente de la Casa Blanca será el que se encargue de coordinar la aplicación de este programa en los próximos seis meses, el tiempo que le queda al Gobierno de Clinton antes de las elecciones de noviembre.

Washington ha decidido no imponer un sistema de etiquetado especial para los productos transgénicos al considerarlo inútil y contraproducente. "No hay evidencia científica de que los alimentos que han pasado por la ingeniería genética sean más o menos peligrosos que los otros", dijo Lane. Indicó que el sistema de etiquetado de la FDA sólo concierne a productos que puedan ser peligrosos para la salud. La industria alimentaria norteamericana siempre se ha opuesto a esta medida por temor a crear mayor inquietud entre los consumidores.

El plan de la Casa Blanca ha sido acogido con bastante escepticismo entre las organizaciones que piden un mayor control de los productos transgénicos. Ayer criticaron la falta de obligatoriedad del nuevo sistema de etiquetado y el poco interés que se dedica a las posibles repercusiones a largo plazo sobre el consumo de estos alimentos.

La industria, en cambio, se ha mostrado satisfecha con el plan. "Creemos que estas medidas son una respuesta apropiada a las conversaciones que mantenemos con la FDA desde hace unos meses", dijo a The New York Times Gene Grabowski, el portavoz de la Asociación de Almacenes de America. "Las pruebas se llevarán a cabo de forma científica y rigurosa, y esperamos que aumentarán la confianza de los consumidores en esta tecnología tan importante", aseguró ayer Rhona Applebuam, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Productores de Alimentos.

Desde que empezaron a generalizarse en 1996, las cosechas de biotecnología suponen ahora la mitad de la producción de soja, y algodón, y un tercio de la de maíz en Estados Unidos.

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