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España pondrá en marcha dos centrales térmicas pioneras que funcionan con cardos

10.000 hectáreas de cultivo en Burgos y Huesca aportarán combustible para 60.000 personas

El consumo energético de más de 60.000 personas en Burgos y Huesca será atendido en dos años por dos centrales de biomasa que usarán como combustible el cardo (Cynara cardunculus), una herbácea que, modificada genéticamente, alcanza la talla de la caña de azúcar. Las dos promotoras de las plantas ya negocian con los agricultores contratos para garantizar el suministro de paja a 4,5 pesetas el kilo. La siembra se hace en tierras de abandono subvencionadas por la Política Agraria Comunitaria (PAC) de la UE. Las dos plantas serán las primeras del mundo en quemar paja de cardo.

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Las empresas promotoras son SINAE (en la que participan Hidrocantábrico, Caja Madrid y Mapfre), con un 40%, y Sufi SA, especializada en aguas y tratamiento de lodos, con el 60%. Está prevista la participación en el futuro de la Caja de Castilla y León, el Banco Zaragozano y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), del Ministerio de Industria. Las dos plantas gemelas se ubicarán en Alcalá de Guerra (Huesca) y Villalbilla de Burgos, y comenzarán a operar dentro de dos años. Cada instalación ocupará 30 hectáreas de terreno. Ya se negocia con agricultores para garantizar el combustible, la paja de cardo.En esa tarea lleva varias semanas Daniel Serrano, que se está dejando la piel en convencer a los labradores de que saldrán ganando si dedican sus tierras en barbecho a cultivar cardos con semillas regaladas. Recibirán ingresos por partida doble: las subvenciones de la PAC (25.000 pesetas por hectárea en Burgos y 21.000 en Huesca), y las 4.500 pesetas por tonelada de cardo.

Cada una de las plantas consumirá 105.000 toneladas anuales de cardos y paja de cereal para quemarlas y generar 91,2 GW de electricidad anual, el consumo energético de más de 30.000 personas.

Ocho años sin replantar

La siembra se produce antes o después de las heladas y necesita dos años hasta alcanzar el porte ideal. Entonces puede alcanzar hasta tres metros de envergadura y unas profundas raíces, de 7 metros, capaces de buscar nutrientes en el subsuelo y renovar sin replantación la producción de forraje durante siete años consecutivos tras ser cortada anualmente, como la caña de azúcar, cuando aún no está seca del todo.

"No interesa que se pierdan las semillas, porque es la parte con más valor calórico", dice Serrano, ingeniero de Montes, encargado de garantizar 5.000 hectáreas de cardo para cuando comience a operar la térmica de Villalbilla. Ese objetivo no resulta fácil de alcanzar pese a contar con todos los apoyos oficiales y el impulso de la comunidad científica. Se trata de una iniciativa completamente pionera en el mundo, cuyo resultado todavía es una incógnita.

Javier Plaza, técnico agrícola burgalés, cuenta que la primera hectárea que sembraron el año pasado alcanzó 70 centímetros, pero ofrecía dos inconvenientes que ya han podido corregir. Sembraron con poca densidad, lo que ha permitió el desarrollo de troncos excesivamente leñosos para la siega, y el cardo resultó tan dulce que se lo comían los ratones. La cátedra de Producción Vegetal de la Escuela de Agrónomos de Madrid ha logrado una variedad amarga, genéticamente modificada, que ahuyenta a los roedores.

Después de esa experiencia, Javier González Álvarez, de Villafuentes (Burgos), ha sembrado 30 hectáreas de cardo. Su única queja es que deberían pagarlo una o dos pesetas más por kilo. La puesta en marcha de la planta de Huesca lleva un mes de retraso en relación a la de Burgos. Alfredo Til, encargado de contactar con los agricultores, también ha comenzado a firmar contratos. Til y Plaza creen que el éxito del combustible dependerá del rendimiento de los cultivos. "Si sacan 17.000 toneladas por hectárea, compensará", dice Plaza. "Si es inferior, no. La PAC les regala más de 20.000 pesetas por hectárea de barbecho, por cruzarse de brazos, y el cardo hay que trabajarlo".

Un invento español

El cultivo de la variedad de cardo Cynara cardunculus es fruto del trabajo desarrollado durante más de 15 años por Jesús Fernández, catedrático de Producción Vegetal de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid. Fernández está considerado una autoridad europea en materia de biomasa o cultivos destinados a su combustión para producir energía. Desde su recóndito despacho, próximo al palacio de la Moncloa, el profesor ha dirigido las investigaciones que varios equipos europeos han realizado sobre cultivos energéticos, con ayudas de la Comisión Europea. Su discreta labor ha sido avalada por el Libro Blanco europeo sobre energías renovables y el Plan de Fomento español. Este último prevé que de los 15,3 millones de hectáreas de tierra de labor podrían destinarse a cultivos energéticos un millón de hectáreas, la mitad de las estimaciones del Libro Blanco.

De estos cultivos, el cardo es el mejor adaptado a la climatología continental española. Tiene una alta productividad y sólo requiere la maquinaria agrícola de uso común. Evita la degradación de los suelos y reduce la contaminación por sus menores necesidades de fertilizantes, plaguicidas y herbicidas.

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