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CATÁSTROFE EN VENEZUELA

Las autoridades planean el toque de queda para frenar a los saqueadores

Juan Jesús Aznárez

Turbas de saqueadores asaltan a punta de pistola a los damnificados o desvalijan las casas y comercios abandonados, en tanto que masivas agrupaciones de fugitivos de las inundaciones cargan jamones al hombro y ahumados y quesos franceses en el macuto, después de vaciar cientos de contenedores con artículos importados en el puerto de La Guaira, que mueve el 35% del tráfico de mercancías. El Gobierno no descarta establecer el toque de queda en Vargas para contener a los más desalmados. Entre quieren fueron sorprendidos robando electrodomésticos u otros objetos figuran miembros de los cuerpos de seguridad y rescate.Los soldados y los guardias nacionales despachados al Estado de Vargas para imponer el orden, más de mil, hacen la vista gorda cuando se trata de familias con alimentos y artículos perecederos, término sujeto a la interpretación de las partes en muchos casos, y detienen a los saqueadores profesionales. Decenas fueron atrapados con las manos en la masa cuando arrojaban muebles desde un sexto piso a la calle por el mero placer de contemplar el impacto contra el suelo, saliendo de comercios, bares o restaurantes vacíos con el botín, o tratando de asaltar los vehículos de aprovisionamiento en ruta hacia los centros de entrega.

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Propietarios que rechazan su evacuación, porque temen perder sus propiedades, montan guardia por la noche al pie de hogueras, y numerosos vecinos de viviendas fantasmas, antes coquetones apartamentos con vistas a la playa, permanecen de vigilia armados con machetes. "No nos queda más remedio que robar para poder comer", subrayan muchos. Los vándalos de verdad, a veces borrachos, bajan de los cerros que dominan los complejos urbanísticos de una clase media acomodada y aprovechan la noche para imprimir un mayor ritmo al pillaje.

"Buitres humanos"

Igual roban los Cristos de una funeraria que ordenadores. "¡Ya llevo tres!", gritaba uno a su cómplice. Se refería a tres motos. Varias mujeres, aseguran personas que se dicen testigos, fueron violadas. "A estos buitres humanos habría que aplicarles una sanción extrema para que no vuelvan a reincidir", pedía un diario. La ejecución en el acto, la aplicación de la ley de fugas, era probablemente la sanción imaginada.

Las tropas desplegadas en las áreas del desastre disparan en ocasiones al aire, o al bulto, aseguran algunas fuentes, para impedir que la situación se salga de madre, porque han sido robadas armas de residencias abandonadas. De todas formas, no ha parecido oportuno actuar contra miles de damnificados que fundamentalmente buscan comida, juguetes para sus niños o linternas con las que alumbrarse en las largas noches de su cautiverio en lugares sin iluminación. De paso, la mayoría se lleva lo que le apetece, sea o no perecedero, y algunos lo venden después en otros lazaretos a precio de reventa.

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