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KARMELE ESNAL PREMIO ANTON ABBADIA

"Los niños aprenden más rápido cuantas más lenguas se les habla"

A Karmele Esnal (Orio, 1932) nunca le ha gustado la publicidad. Quizá porque se acostumbró a la clandestinidad en los años 50. Andereño de profesión y vocación, montó una ikastola para niños en plena dictadura franquista y exploró todas las vías posibles para enmascarar la ilegalidad en un país en el que el euskera no era oficial y además estaba denostado. Empezó su carrera con siete niños y en 1997 se jubiló en un centro con 2.000 alumnos. Trabajó en silencio, sin ningún afán de protagonismo y, sin embargo, se hizo un nombre por sus contribuciones que le han hecho merecedora del IV Premio Anton Abbadia, que ayer le entregó la Diputación Foral de Guipúzcoa.El galardón, dotado con un millón de pesetas y una placa conmemorativa creada por Xabier Laka, supone el agradecimiento público a Esnal "por el gran trabajo realizado en la promoción y desarrollo de las ikastolas". Lo suyo no fue empezar desde cero. Esta andereño comenzó a levantar las ikastolas aún desde más abajo. Pero no admite que se le adjudique el término de "pionera". "Yo aprendi", dice, "gracias a Elvira Cipitria, que es la maestra de todas las maestras". Con ella hizo año y medio de prácticas y aprendió la técnica para enseñar euskera. Luego, cuando sintió la necesidad de crear algo propio, se instaló en un piso en la calle Pedro Egaña. "Era todo clandestino", recuerda ahora. "En una ocasión me vino la policía y me abrieron una ficha, a pesar de que les dije que simplemente sacaba a los niños de paseo".

A sus clases asistían alumnos euskaldunes, pero también hijos de matrimonios castellanohablantes. Entonces no había libros de texto en euskera. Utilizaban alubias para aprender matemáticas, cantaban y aprendían el vocabulario a través de mímica y dibujos. Entonces se desconocían los efectos del bilingüismo y Esnal asegura que ella misma advertía a los padres: "Si a los cinco años vemos que no habla bien, que no se defiende con los amigos o no sigue las clases, mejor que se vaya a un colegio de habla castellana". Pero insiste en que jamás se le presentó un caso así. Y es más afirma que se ha dado cuenta de que "los niños aprenden más rápidamente cuantas más lenguas se les habla".

Ahora echa la vista atrás, se sorprende y se congratula de haber invertido su tiempo en la enseñanza en euskera. Nunca ha participado de la polémica del bilingüismo. "Siempre lo he tenido claro", manifesta, "el bilingüismo tiene un valor añadido, pero no se debe forzar al niño".

Karmele Esnal fue una de las fundadoras del Liceo Santo Tomás de San Sebastián, que recibió las bendiciones legales en 1963. Allí ejerció de profesora hasta su jubilación en 1997. Se despidió de 2.000 alumnos, que hoy dominan el euskera y el castellano y comienzan a aprender el inglés con cuatro años. Por su experiencia sabe que todas las lanzas contra el bilingüismo o el trilingüismo no tienen base real. "No hay ninguna pega de traumatizar al niño", afirma.

Ahora le han desaparecido los miedos que sintió durante el franquismo, pero siente que cada lucha tiene una edad. "Ahora no podría volver a pasar por todo aquello", reconoce. Ayer se mostraba abrumada horas antes del acto de entrega del galardón. "Por una parte", reconocía, "siento mucha emoción al ver reconocido mi trabajo, pero yo pensaba que los premios se daban a grandes personajes y yo soy una simple andereño. Sólo espero que se pase el día y la hora".

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