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García Montero asegura que "han convertido a Alberti en un pelele"

Aunque habían anunciado que no harían declaraciones a la prensa, los escritores Luis García Montero y Luis Muñoz llegaron ayer a la Diputación de Cádiz con la intención de poner las cosas en su sitio. Su presencia en las jornadas de homenaje que en torno a Rafael Alberti se vienen celebrando esta semana ha sido el pretexto para que dos autores estrechamente vinculados al portuense denuncien lo que, a su entender, ha sido una manipulación encaminada a convertir a Alberti en "un pelele y una moneda de cambio"."Espero que ustedes comprendan lo desagradable que es todo este asunto para los que hemos sido amigos de Rafael", explicó García Montero al comienzo de su intervención. "Una persona como yo, que ha aprendido la poesía con Alberti, que ha compartido parte de su juventud y ha militado políticamente con él, no puede más que sentir la tristeza absoluta y la rabia que supone verlo convertido en una marca comercial". El granadino calificó dicha sociedad, constituida por la viuda del poeta, María Asunción Mateo, y los dos hijos de su primer matrimonio, como "una agresión contra todo lo que ha sido para la cultura el nombre de Alberti".

Especulaciones privadas

García Montero también lamentó que el patrimonio que la Diputación de Cádiz trajo desde Roma con el propósito -según expreso deseo del poeta- de donarlo a su pueblo "se acabe convirtiendo en un campo de egoísmos personales y especulaciones privadas". "En este sentido", añadió, "el papel de los amigos y los estudiosos, de los que no tenemos nada que ganar ni perder en una batalla privada, en una típica discusión familiar de herencia, es defender el respeto que se merece su figura, su obra y su voluntad". Asimismo, instó al presidente de la Diputación gaditana, Rafael Román, a que "ponga de su parte para vigilar lo que Rafael dio en el documento de donación a todos los españoles y que no pase a dominio privado".

Respecto a las afirmaciones de María Asunción Mateo el pasado lunes, en las que aseguraba que Alberti "estuvo perfectamente hasta el último minuto de su vida", García Montero opinió: "Cuando me di cuenta de que Rafael no era ya dueño de sus propios actos y decisiones decidí alejarme de todo, como hicieron Caballero Bonald, Quiñones, Fernández Palacios o Felipe Benítez. Puse mi nombre a su disposición, pero yo no podía ser la marioneta de nadie". Entre los últimos encuentros que ambos sostuvieron, recordó los cursos de verano de El Escorial del año 1992, "en los que Rafael, de manera emocionada, se despidió, recordando que éramos muy amigos, pero ya no podía llamarme todas las mañanas". Un año después, Alberti viajó a Segovia para presidir el jurado del Premio Gil de Biedma, y cuando llegó a Segovia se emocionó tanto de que a tantos kilómetros de España se hablase en castellano. "Creía que estaba en Hispanoamérica", recuerda García Montero.

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