1.500 estudiantes de secundaria pasaron la noche al acecho de las Leónidas
Los datos recogidos en toda España serán analizados por astrónomos profesionales
"Precioso. La capacidad de seducción de la astronomía es extraordinaria. Los chicos hicieron ciencia y se divirtieron". Así describe Federico Fernández, profesor del instituto de secundaria San Hermenegildo, en Tenerife, su experiencia observando las Leónidas, la lluvia de estrellas de la noche del pasado miércoles al jueves. Como él, otros 1.500 alumnos y profesores de toda España participaron en la campaña de observación ideada por el Instituto de Astrofísica de Canarias. Los datos de todos ellos valdrán para que los astrónomos profesionales describan mejor las Leónidas.
"¡Yo llevo cinco!" "¡Yo, siete!" "¡Otra!". A la una de la madrugada del pasado miércoles, 19 alumnos de 4º de ESO del colegio Retamar, de Madrid, se defienden del frío con mantas en un pueblo de Guadalajara, Loranca de Tajuña, mientras cuentan estrellas fugaces. Por sus gritos podrían estar contando los goles de su equipo favorito. A esa hora ya arreciaba la lluvia de estrellas, que en realidad son pequeños granos de polvo que deja tras de sí el cometa Tempel-Tutle cada 33 años cuando pasa cerca del Sol.Alumnos de 74 centros españoles de enseñanza secundaria estaban en aquel momento mirando al cielo tratando de seguir con rigor los pasos de un experimento científico en toda regla. Son los participantes en la campaña de observación ideada por astrofísicos del Instituto de Astrofísica de Canarias, que la difundieron a través de Internet junto con material de apoyo preparado específicamente. Además, el centro recopilará los datos que recojan los alumnos para extraer resultados de valor científico sobre las leónidas.
No es fácil: hay que acordarse de apuntar los datos en el momento adecuado -en concreto, cada cinco minutos- y en la casilla correcta; hay que calcular qué porcentaje del cielo está cubierto de nubes; hay que identificar las constelaciones, por lo menos la de Leo y el triángulo de Tauro. Y todo eso, a la escasa luz de una linterna cubierta por un celofán rojo para evitar que la luz contraiga la pupila y se vean así menos estrellas.
Pese a todo, Rafa y Miguel contaron en el cielo de Loranca cuatro leónidas sólo en media hora. Su profesor Ricardo Moreno lleva seis años impartiendo la asignatura optativa de Astronomía. Uno de sus ex alumnos es ahora astrónomo. "A mí me emociona pensar en la maravilla del universo, la inmensidad. Eso es lo que querría transmitir a los chicos", dice. En clase usa vídeos e información sacada de Internet, además de un libro del que es autor. "Es una asignatura que toca temas de física, de biología y hasta de historia, porque estos chicos no tienen ni idea de cuándo llegó el hombre a la Luna. Como nacieron después, les suena al siglo pasado", explica Moreno.
Sus alumnos están ahora manejando términos como magnitud límite -"que te dice la calidad del cielo en el momento de una observación"-, longitud y latitud. "Estos datos van a servir. Los vamos a mandar a Canarias y se hará un estudio científico con ellos", les anima el profesor. A la mañana siguiente llega el balance: 1.800 leónidas por hora.
No tuvieron tanta suerte los alumnos del instituto de La Guancha, en el norte de la isla de Tenerife. Esteban González, el profesor de Iniciación a la Astronomía, y 31 alumnos decidieron dedicar a la experiencia dos noches, para poder familiarizarse con el cielo y ensayar, pero a la hora de la verdad las nubes "nos dejaron un poco con la miel en los labios", dice González. Aun así, valió la pena: "Quiero que los chicos disfruten del cielo, y desde luego esta vez nos sentimos todos como científicos". Los chicos habían organizado tres grupos: de fotografía, de recuento en papel y de grabadora: los que cantaban cada leónida.
Todos emplearon el material proporcionado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), una unidad didáctica que explicaba desde cómo reconocer las constelaciones hasta la energía que tienen las partículas cuando entran en la atmósfera. Las comparaba, por ejemplo, con la energía del atleta estadounidense Carl Lewis: "Se trataba de explicar la gran energía cinética de las leónidas y decidimos poner ejemplos atractivos", explica David Martínez, uno de los autores de la unidad didáctica. Pues una leónida tiene una energía 600 veces mayor que la de Lewis corriendo los cien metros lisos.
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