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ONCOLOGÍA

Autorizados en España los primeros ensayos con inhibidores de la angiogénesis

Vall d'Hebron prueba los fármacos destinados a impedir el riego sanguíneo en los tumores

El hospital general de Vall d'Hebron, en Barcelona, iniciará en las próximas semanas los dos primeros ensayos clínicos que se autorizan en España para verificar los potenciales beneficios de fármacos inhibidores de la angiogénesis en cáncer renal y de ovario. Este tipo de fármacos, disponibles desde hace apenas un par de años para ensayos clínicos, supone una de las aproximaciones más novedosas en la lucha contra todo tipo de tumores. Se trata de evitar el crecimiento de vasos sanguíneos en la masa tumoral, con lo que ésta no recibe ni oxígeno ni nutrientes suficientes para crecer.

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Los inhibidores de la angiogénesis, cuyos primeros resultados experimentales levantaron una enorme polémica en la comunidad científica y médica internacional, son la vía de investigación de la que los expertos esperan resultados más prometedores en los próximos meses. Estos inhibidores persiguen suprimir el suministro de sangre -y, por tanto, de nutrientes y oxígeno- a los tumores. Tanto si son primarios como fruto de la diseminación del cáncer por el organismo (metástasis), la mayor parte de los tumores están fuertemente vascularizados. Es decir, tienen más vasos sanguíneos de lo normal, que les abastecen para su crecimiento y, según parece, contribuyen también a la formación de nuevos tumores.Aunque los estudios sobre vascularización tumoral cuentan con más de dos décadas de vida, no fue hasta el descubrimiento de las angiostatinas y endostatinas, y la obtención de los primeros resultados positivos en ratones, en que esta aproximación logró captar el interés de los investigadores. Este interés se ha traducido en poco más de un año en el descubrimiento de diversas proteínas y factores de crecimiento que intervienen en la formación de los vasos sanguíneos.

Entre las moléculas identificadas se encuentran los inhibidores de la tirosinkinasa, enzima que interviene en el crecimiento de los vasos sanguíneos y cuya inactivación se ha visto que, además de interrumpir la vascularización de los tumores en modelos experimentales, determina una reducción significativa de su tamaño, cuando no su desaparición.

Los ensayos que van a ponerse en marcha desde el hospital de Vall d'Hebron, explica Josep Baselga, coordinador de oncología del citado centro, persiguen comprobar si la aplicación de estos fármacos en enfermos es realmente positiva. "Los tumores tienen un suministro de sangre exquisito y si se les corta puedes acabar con ellos", afirma. El primero de los ensayos, en fase 1 y pendiente de ratificación por parte del Ministerio de Sanidad, se aplicará a un reducido número de enfermas con cáncer de ovario (la cantidad oscilará entre 10 y 20 pacientes), y su objetivo fundamental es analizar si se obtienen respuestas al tratamiento. El segundo, ya autorizado por Sanidad, es un ensayo en fase 2, en el que participarán medio centenar de enfermos con cáncer renal reclutados en Amsterdam, Oxford, Italia y España. La coordinación del mismo se realizará desde el hospital de Vall d'Hebron. En ambos casos se trata de verificar si se logra interrumpir la formación de nuevos vasos sanguíneos y si ello redunda en una disminución del tamaño de los tumores o incluso de su desaparición. Del mismo modo, se trata de comprobar si las dosis administradas son toleradas por los enfermos.

Este tipo de estudios, referenciados ampliamente la pasada semana en el transcurso del primer simposio coordinado sobre cáncer de mama y de próstata, organizado conjuntamente por el centro catalán y el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, se inscribe, en opinión de Baselga, en una tendencia creciente de oncólogos clínicos y básicos por tratar de combinar "tratamientos biológicos con quimioterapias convencionales".

Éste es el caso, indica, del "novedoso uso" del anticuerpo monoclonal herceptin más quimioterapia en cáncer de próstata, con el que "ya se han observado respuestas importantes", inhibidores del oncogén RAS, o aplicaciones de terapia génica como el que su propio servicio puso en marcha hace poco más de un año para "reparar" el gen p53, mutado en cáncer de cabeza y cuello, y del que, avanzó, han observado respuestas positivas.

"No haremos descubrimientos que permitan decir de un día para otro que el tumor desaparece", termina, "sino pequeños pasos que se irán integrando al arsenal disponible".

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