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El Gobierno admite ante las FARC la corrupción de la democracia en Colombia

ENVIADA ESPECIAL El inicio formal de las negociaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tuvo el domingo como escenario Uribe, una pequeña población de la provincia del Meta, santuario de la dirección guerrillera. Una inmensa bandera de Colombia y, sobre ella, la de las FARC sirvieron de fondo al acto. Los discursos fueron conciliadores, especialmente los de la delegación oficial. "La democracia que decimos defender está afectada por el virus de la corrupción, del saqueo de lo público, de privilegios de minorías", admitió el representante del Gobierno.

Los cinco negociadores enviados por Pastrana a negociar con las FARC incidieron después ante la prensa en el mismo punto que coincide con las tesis guerrilleras de que el origen de la violencia está en el seno del modelo político colombiano. Víctor G. Ricardo, comisionado de paz del Gobierno, pidió a la guerrilla que "deje atrás la lucha de clases". "Es una discusión que la puede adelantar con Carlos Marx; esa lucha de clases la vemos aquí presente. ¿Qué pensará de Colombia la gente de Uribe y qué pensará el señor Santodomingo [cabeza del más poderoso grupo económico]?", le respondió con ironía el comandante guerrillero Raúl Reyes, al frente de los negociadores de las FARC.La guerrilla volvió a proponer un plan piloto de sustitución de cultivos en Cartagena del Chairá y apostó por buscar el apoyo europeo. "Estados Unidos prefiere la guerra, la fumigación, y Europa, si se decide a contribuir, jugaría un importante papel en Colombia", dice Reyes; para muchos, el seguro sucesor de Manuel Marulanda, Tirofijo, comandante en jefe de las FARC.

La apertura de las negociaciones se produjo mientras millones de personas en todo el país salieron a pedir un cese el fuego bajo el lema No más violencia. Uribe también estaba invadida de pancartas y camisetas de No más: no más militares gringos, no más paramilitares, no más hambre, no más corrupción.

Ayer, los delegados de lado y lado trabajaban para ponerse de acuerdo en la mecánica de la discusión. "Es difícil; va a ser largo", fue el comentario generalizado en los dos extremos de la mesa. Los campesinos congregados en Uribe también pensaban en ese sentido: "Ojalá. Es difícil, porque ninguno quiere ceder..., llevamos tanto en guerra...", comentó una mujer de unos 40 años que dice no haber vivido nunca en paz. Para "meterle pueblo" al proceso operará un comité que, mediante audiencias públicas, recogerá el sentir popular para transmitirlo a las mesas.

Y de nuevo volvieron a relucir los dos puntos que la insurgencia considera como indispensables para avanzar en los acuerdos: la lucha contra el paramilitarismo y la aprobación de la ley de canje de guerrilleros presos por militares secuestrados. "Aún no es satisfactoria la lucha del Estado contra el paramilitarismo", aseguró Reyes.

Secuestrados españoles

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Reyes también se refirió a dos de los cuatro españoles secuestrados en Colombia. "Tenemos la sospecha de que tienen vínculos con paramilitares", dijo el guerrillero a EL PAÍS, al referirse a Marcos Gallego y José Luis García, los dos técnicos de telefonía secuestrados el 18 de febrero en la provincia de Caldas. "Sería importante escuchar a alguien, desde España, que certifique que son obreros", agregó (hay otros dos españoles en cautiverio: Enrique López Franco, desde el 11 de febrero, y Santiago López Esparza, desde el 6 de junio).

"Yo no sé si el frente [grupo guerrillero] que los tiene cree que es verdad que son obreros o ellos tienen otra información. Yo les escribí averiguando y no han contestado". Al preguntarle por la veracidad de sus sospechas, Reyes responde: "Ya ha pasado [la relación con los paramilitares]. Y muchas veces no es porque quieran, sino porque los obligan. Tenemos que esperar las pruebas para solucionar este caso".

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