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Interiores de la fábrica de sueños

El biólogo J. F. Sebastian entra en un enorme edificio castigado por el paso del tiempo, el abandono y la lluvia de un planeta, la Tierra, arruinado. Por las enormes habitaciones de su vivienda, la única ocupada en todo el edificio, sólo deambulan pequeñas criaturas que él mismo ha creado. Las grandes escaleras de hierro, los enormes ascensores industriales, las desatadas dimensiones de las estancias nos hablan de un planeta que agoniza, de una ciudad que estuvo mucho más poblada que en ese momento y de la que todos huyen. Es el futuro que inventa el director Ridley Scott para su película Blade Runner, un film en el que la ambientación es fundamental para la historia. "De hecho, el interiorismo -los muebles, la decoración, la ambientación, en definitiva los decorados- es un elemento de la puesta en escena tan importante como la fotografía o la dirección de actores porque contribuye a crear la atmósfera del relato", afirma Pilar Pedraza, profesora de Historia del Cine en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia. Junto al realizador Rafael Viguer y con la coordinación del diseñador Vicente Carrasco desde el Colegio de Decoradores y Diseñadores de Interior, Pedraza ha realizado una parte del proyecto cultural que este año acompaña a la Feria del Mueble y que lleva por lema Una feria de cine. Pedraza y Viguer han compilado en cinco cortos escenas de películas que muestran un determinado estilo de interior y de ambientación. Con los lemas El futuro de antaño, Las películas que amueblan nuestros sueños, Vivir en el campo, El romanticismo de siempre y El interior contemporáneo, los cinco cortometrajes "no son un tratado o un catálogo de muebles, ni tampoco se han elegido películas que ejemplifiquen algo externo al cine, lo que se pretende es contribuir a la idea de que el interior de las cosas forma parte del imaginario colectivo y también de los sueños individuales", afirma Pedraza, que además recuerda la influencia del cine en la vida cotidiana, a la que se adelanta y pone de moda determinadas cosas, sirviendo en determinados casos de publicidad querida por la industria. Precisamente en el apartado dedicado a El interior contemporáneo, se evidencia cómo el cine contribuye a difundir un estilo de vida determinado. "En casos como el de la comedia, el cine de Hollywood ha mostrado un interiorismo moderno, mucho más del que realmente disfrutan los americanos medios", señala Pedraza. En todo caso, la divulgación de ambientes contemporáneos ha influido de forma notable en la vida, transmitiendo síntomas de modernidad que el público reconoce y a los que aspira. "Tener una casa de cine" queda como deseo colectivo. Muchos aspiran a tener una casa como la de Nueve semanas y media o como las que diseña Félix Murcia para las Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar. Sin embargo, esa modernidad también provoca recelo, y en algunos filmes se ha utilizado un espacio contemporáneo para escenificar la violencia, como ocurre en La naranja mecánica durante el ataque a la casa de la galerista, o el terror, como en El gato negro, protagonizada por Boris Karloff y Bela Lugosi. Cuando el cine mira al futuro, tiene que inventar un mundo que no existe, y en muchos casos, es un futuro demasiado cercano. En Metrópolis -con una gran influencia del art déco en su concepción- o en L"Inhumaine -con diseños contemporáneos de Fernand Léger- muestran un futuro muy pegado a su época. De la mencionada Blade Runner destaca su vigencia. "La película de Ridley Scott diseña el futuro regresando al pasado, no es futurista", señala Pedraza. El estilo decimonónico predomina en el decorado cinematográfico. Es el romanticismo, un estilo suntuoso de la burguesía triunfante, y que presenta varias vertientes: desde la sobria y elegante que presenta Nosferatu, con escenarios inspirados en pinturas románticas, hasta el romanticismo fantástico, más hecho para la cámara que tomado de la realidad. En El año pasado en Marienbad, de Resnais, la ambientación adquiere un papel protagonista. Más puro el estilo romántico inglés de muebles y ambientes que aparece en My fair lady, especialmente apreciado por los fabricantes valencianos. La casa de campo se presenta en el cine como un regreso al pasado. Evoca recuerdos, infancia, como en el caso de 8 y medio, de Fellini. El campo también es escenario importante del melodrama pasional, como reflejó Luis Buñuel en Abismos de pasión. El campo transmite sencillez. Una escena de Aleluya, de Howard Hawks, muestra a una señora sentada en una mecedora cantando una nana a un bebé. Con estos escasos elementos se llena la pantalla y se transmiten emociones, dejando claro que en el cine no es importante la aparatosidad. El cine ha impregnado nuestra mente de ideas e imágenes que tenemos latentes, aunque ni las recordemos. Nuestros temores, nuestras ilusiones viven en nosotros con referentes cinematográficos. Nos crean esterotipos del terror -castillos como el que habita Nosferatu- o de paisajes lejanos -la India de El ladrón de Bagdad es la que todos imaginamos pero no existe-. En el cine todo tiene cierto simbolismo. La ambientación, los decorados, sus muebles, contribuyen a crear todo ese mundo de sueños.

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La gran cita del mueble, la iluminación y la cerámica
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