"He hecho una película sobre la libertad"
José Luis Cuerda duerme como un lirón desde que le han puesto un aparatito que quita la apnea del sueño. Hasta entonces se despertaba 562 veces por las noches. Inconscientemente, se entiende. Al ver La lengua de las mariposas, su última película, estrenada ayer en San Sebastián, uno no sabe si este director y productor de éxito ha llevado a la pantalla esta obra inspirada en tres cuentos de Manuel Rivas por culpa de sus insomnios, que le han hecho obsesionarse con la historia de la España más triste, o si es su pasado contestatario y comprometido lo que le ha obligado a poner en marcha este despertador de conciencias que le ha salido en forma de celuloide. "He hecho una película sobre la libertad, la dignidad y la supervivencia", explica.Para su vuelta a la dirección, Cuerda, orondo, simpático y con muchas ganas de palique casi siempre, ha contado con un inmenso Fernando Fernán-Gómez para interpretar a Don Gregorio, un profesor republicano de un colegio rural gallego, y con Rafael Azcona para hilvanar las tres historias -La lengua de las mariposas, Un saxo en la niebla y Carmiña- publicadas en ¿Qué me quieres amor?, el conjunto de relatos de Rivas que en su día ganó el Premio Nacional de Narrativa. "Fue Azcona quien me recomendó el libro, así que cuando le propuse que hiciera un guión sabía que no se podía negar. También vi que los tres cuentos podían tener una historia común, que unos personajes podían ser vecinos de otros. Ahora, el mérito de entrelazarlos así de bien es de él; ha hecho todo un cosido humano". Cuerda, productor de Tesis y Abre los ojos, descubridor de Alejandro Amenábar, ha logrado que el joven director compusiera la banda sonora de esta historia de época tan alejada de la realidad virtual, y que Mateo Gil, guionista de las dos películas de Amenábar y ahora autor de Nadie conoce a nadie (se estrenará en noviembre), fuese su asistente en la dirección. Con el equipo a cuestas, el autor de Amanece que no es poco y El bosque animado ha vuelto a Galicia para contar un relato más trágico y más crudo que las dos anteriores películas. "La película trata sobre la supervivencia y la dignidad, la física y la moral. Es algo que me obsesiona. En circunstancias parecidas a las de esos personajes yo no sé cómo reaccionaría. Y el no saberlo es lo que me interesa a la hora de contar una historia".
La obra muestra con dureza cómo las relaciones humanas entre vecinos, hermanos y amigos cambiaron radicalmente con el estallido de la guerra. "A veces no sé si lo que salvamos en ese tipo de circunstancias es la vida o solamente el cuerpo.
El alma está claro que no se salva así. Son personajes que raramente se pueden mirar después en el espejo". Son personajes interpretados por actores poco conocidos, salvo Fernán-Gómez, que ayer recibió en el festival el Premio Donostia a toda su carrera y que asistió al estreno de la película junto al director. También estaba Manuel Lozano, el niño, al que Cuerda seleccionó en una prueba en la que entraron cientos de escolares gallegos. Junto a él, también participan Uxia Blanco, Gonzalo Martín, Alexis de los Santos y Roberto Vidal Bolaños. "Me incliné por actores de grupos de teatro de allí porque son buenísimos y porque es mejor para que la gente se identifique con los personajes y les vea sin nombres", afirma Cuerda.
El director no cree que La lengua de las mariposas sea una historia maniquea, de buenos y malos. "No pretendo juzgar a nadie. Todos son víctimas, y lo terrible es que no sabes lo que va a ser de ellos. Intento ayudar a comprender a todos los personajes. Por eso me gusta Jean Renoir, porque daba baza a todos los seres humanos que aparecían en sus películas. Yo se la he intentado dar hasta al cacique". El director ha llevado hasta las últimas consecuencias dos de las máximas que le mueven a hacer cine. "Me interesan las aventuras del espíritu, no las de los alpinistas, esa obsesión por llegar a los picos más altos cada día la entiendo menos. Yo pienso como Claude Chabrol, que lo mejor es hacer películas sobre la tontería humana porque no tiene límite, es incomprensible".
Tampoco es una cinta que contemple la República desde un punto de vista idílico, pese a que la Galicia exuberante que Cuerda pinta con la paleta de sus objetivos lo parezca. La vida de Carmiña, una campesina a la que cuando hace el amor con su novio le gusta que su perro esté presente; la del sastre padre de gorrión; el mote del protagonista o la de la china casada con el alcalde primitivo no son en absoluto el colmo de la felicidad. "Son personajes a los que la vida ha tratado muy mal. El niño, Moncho, es un personaje acojonado al principio, que se mea al conocer al maestro porque todo el mundo le ha dicho que en la escuela se pasa muy mal".
"La película habla de que sólo se puede aprender en libertad. Sólo en libertad se puede amar a los demás". Es la tesis de Rivas, y Cuerda se muestra del todo de acuerdo.
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